El economista griego Yanis Varoufakis (tal vez lo recuerdes) desarrolló una visión crítica de la economía y la sociedad, influenciada por su crecimiento en Grecia bajo la dictadura y por su carrera académica, que lo llevó a convertirse en Ministro de Finanzas griego en 2015. En su último libro, “Tecnofeudalismo: lo que mató al capitalismo“, Varoufakis analiza la evolución del capitalismo en el siglo XXI. Y está lleno de transformaciones y sorpresas.
La esencia de su viaje literario al mundo "en transición de sistema" (también hablamos de ello, por ejemplo aquí, o aquí) es que para Varoufakis el capitalismo, que alguna vez fue también el motor de la innovación y el crecimiento, se ha transformado en un sistema que favorecerá cada vez a menos representantes electos. Y no sólo hace un análisis crítico, sino también un apasionado llamamiento a un cambio radical, para que tecnología y humanidad puedan convivir en armonía.
El nacimiento del “tecnofeudalismo”
El 26 de septiembre (curiosamente, dos días antes de la presentación del libro de Varoufakis) salió un artículo sobre Futuro Prossimo con el elocuente título: "Sin el freno de las instituciones, ¿la IA conducirá a un neofeudalismo privado?". Un tiempo antes, en febrero de 2021, hablábamos de "Tecnogobiernos“. Ciertamente no es previsión, al contrario.
Esta es una tendencia palpable, que cualquiera que se encuentre en diferentes niveles de interpretación puede captar. Varoufakis da una dirección unitaria a muchos caminos diferentes, rastreando también los orígenes de este nuevo sistema, que define como "tecnofeudalismo". Con la llegada de Internet y las plataformas digitales, hemos sido testigos de un cambio radical en la forma en que funciona la economía. Las grandes empresas tecnológicas, como Amazon y Google, han comenzado a dominar los mercados, no sólo como proveedores de bienes y servicios, sino como verdaderos "señores feudales digitales", que controlan el acceso a sus plataformas e imponen sus reglas.
El fin de los mercados tradicionales
Según Varoufakis, estos gigantes tecnológicos han reemplazado los mercados tradicionales con plataformas digitales que parecen mercados pero no lo son. Estas plataformas determinan lo que vemos, lo que compramos y cómo interactuamos, ejerciendo un control sin precedentes sobre nuestras vidas. En este escenario, el capitalismo tradicional se convierte en un “vasallo” de estos nuevos señores, dependiente de sus plataformas patentadas para acceder a los mercados.
Agrego otra metáfora a la metáfora: La tecnología desarrollada por las grandes empresas tecnológicas ha mordido la mano de quienes la impulsaron. Y ahora domina a su viejo amo, el capitalismo.
El papel del algoritmo.
Los elementos clave de este nuevo sistema son los algoritmos. Los algoritmos de las plataformas digitales no sólo determinan lo que vemos y compramos, sino también cómo pensamos y nos comportamos. Varoufakis destaca cómo este sistema de retroalimentación continua entre usuarios y algoritmos está moldeando nuestros deseos y comportamientos, transformándonos en “siervos digitales” que inconscientemente trabajan para estos nuevos señores feudales.
Y ya se encuentran (a medida que la historia se repite) teniendo que negociar por su libertad: tal vez pagar un "impuesto" lo que les permite no facilitar datos a las plataformas, para llegar a ellos mediante publicidad dirigida y persuasiva.
La muerte del capitalismo tiene una fecha precisa
Varoufakis identifica la crisis financiera de 2008 como un momento crucial en esta transformación. Las políticas de "flexibilización cuantitativa" adoptadas por los bancos centrales para salvar la economía han acabado alimentando aún más el crecimiento de los gigantes tecnológicos, separando cada vez más la economía real de la financiera.
La recuperación, parcial y dolorosa (el propio Varoufakis sabe algo de esto, teniendo en cuenta lo que tuvo que aceptar en su país) aún no había sido completada cuando apareció el Covid. Y más dinero se destina a muy pocas categorías: entre ellas, las empresas tecnológicas que hoy son más fuertes que nunca. Y preparan (no sé hasta qué punto inconsciente o conscientemente) la alternativa a los modelos de gobernanza política y económica que conocemos. La “economía de suscripción” los convertirá en dueños de nuestra cultura, de nuestro tiempo libre. De transporte, comunicaciones, compras, logística, y con los nuevos proyectos en marcha (estoy pensando en X de Elon Musk, Google Pay, Apple Pay, WeChat) también de nuestros ahorros.
Si queremos, nos pueden alquilar todas estas cosas. Un poco como si se concediera el uso de la tierra: ¿está claro ahora el paralelo con el feudalismo?
Después del capitalismo, ¿de la sartén al fuego? Propuestas para un futuro diferente
Hacia el final del libro, Varoufakis propone algunas soluciones (radicales) para "redistribuir" esta riqueza tecnológica y restablecer un equilibrio económico más justo.
Entre ellos, la introducción de un modelo de micropagos universales, una Carta de Derechos Digitales y el uso de la tecnología digital para democratizar las empresas, con decisiones tomadas colectivamente por “empleados-accionistas”. O por las mismas empresas con una inteligencia artificial como CEO (las llamadas DAO).
Propuestas que, la verdad, suponen en algunos casos "utopías 2.0". Sin embargo, también es importante explorar caminos considerados imposibles: Varoufakis nos invita a reflexionar sobre el poder que tenemos como individuos y como sociedad para dar forma a un futuro en el que la tecnología y la humanidad puedan coexistir en armonía, un futuro en el que la libertad y la democracia sean más que simples palabras, sino realidades tangibles y habitables para todos.