Smartphones, tabletas, horas dedicadas a los libros o frente a un bloc de dibujo: todas estas son actividades que forman parte del día a día de muchos niños. Pero también podrían ser una de las principales causas del dramático aumento de los casos de la miopía globalmente. Los expertos hacen sonar la alarma: si no cambiamos nuestros hábitos, en 2050 una de cada dos personas necesitará gafas y lentes correctoras. Pero no todo está perdido: esto es lo que dicen las últimas investigaciones sobre cómo prevenir y frenar el avance de esta "furia ciega".
Una epidemia silenciosa
La miopía (dificultad para ver claramente los objetos distantes) es cada vez más común. Según estimaciones de investigadores de optometría, si la tendencia actual continúa, Aproximadamente la mitad de la población mundial necesitará gafas para 2050, frente al 23% en 2000 y menos del 10% en algunos países.
Los costes sanitarios asociados son enormes. En los Estados Unidos, el gasto podría alcanzar los 7,2 millones de dólares al año. En Europa ya estamos en 4000 euros de gasto público per cápita. Una avalancha económica de gafas, pruebas y tratamientos. Pero, ¿qué explica este rápido crecimiento de la miopía?
Demasiado “trabajo cercano” y poco tiempo al aire libre
Dos estudios recientes, que incluyen grandes encuestas entre niños y padres, respaldan firmemente la idea de que un factor importante en el aumento de la miopía es que las personas pasan más tiempo concentrándose en los objetos que se encuentran inmediatamente frente a nuestros ojos, ya sea una pantalla, un libro o un bloc de dibujo. Cuanto más tiempo pasamos concentrándonos en algo que está al alcance de nuestra cara, lo que se llama "cerca del trabajo", más probabilidades tenemos de terminar usando gafas.
Otros estudios han demostrado que este crecimiento antinatural del ojo puede detenerse con la luz solar. Por ejemplo, un estudio de 2022 encontró que las tasas de miopía eran más de cuatro veces mayor para los niños que no pasaban mucho tiempo al aire libre (una o dos veces por semana) en comparación con los que salían todos los días.
¿Por qué el “tsunami de cristal” está aumentando tan rápidamente?
A nivel mundial, gran parte de este aumento se debe al rápido desarrollo e industrialización de los países del este de Asia durante los últimos 50 años. Los más jóvenes empezaron a pasar más tiempo en las aulas leyendo y centrándose en otros objetos muy cerca de sus ojos y menos tiempo al aire libre.
Los países de Europa occidental, América del Norte y Australia también han mostrado mayores tasas de miopía en los últimos años, pero nada comparable a lo que se ha observado recientemente en China, Japón, Singapur y algunos otros países de Asia oriental.
Cómo prevenir y tratar la miopía
Afortunadamente, basta con unos minutos al día con gafas o lentes de contacto que corrijan la visión borrosa para frenar la progresión de la miopía. Por este motivo, las pruebas de visión tempranas y la corrección de la visión son importantes para limitar el desarrollo de la miopía.
Las formas infalibles de contrarrestar o retrasar estos efectos son las ya mencionadas: Dedique menos tiempo a concentrarse en objetos cercanos a su cara, como libros y teléfonos inteligentes, y pase más tiempo al aire libre con luz natural y brillante. Dado que el primer consejo es difícil de seguir en nuestra era moderna, lo mejor que puede hacer es tomar descansos frecuentes o tal vez pasar más tiempo leyendo y desplazándose al aire libre bajo el sol.
Pongámonos gafas rosas: el futuro de la miopía es preocupante, pero no exento de esperanza
Empecemos por lo malo: la mitad del mundo necesitará gafas en menos de 30 años, y será aún peor en los próximos 20 años. El aumento de los casos de miopía probablemente tendrá sus peores efectos entre 2060 y 2070. Se necesita tiempo para que los jóvenes diagnosticados con miopía experimenten los problemas de visión más graves.
Es importante recordar que las personas con alta miopía tienen un mayor riesgo de sufrir ceguera y otros problemas oculares graves, como el desprendimiento de retina. Las posibilidades de degeneración macular vinculadas a la miopía aumentan un 40% por cada dioptría de miopía.
¿Y las buenas noticias? Una, pero importante: podemos actuar ahora para revertir esta tendencia. Al promover un estilo de vida que incluya menos actividades en espacios reducidos y más tiempo al aire libre, especialmente para los niños, podemos esperar frenar esta “epidemia silenciosa”. Y con controles oculares periódicos y un par de gafas colocadas a tiempo (la única forma de quitárselas más tarde), podemos garantizar que las generaciones futuras no tengan que afrontar las consecuencias más graves de este trastorno visual cada vez mayor.
La miopía puede ser uno de los desafíos de salud pública más subestimados de nuestro tiempo. Pero con la concienciación, la prevención y el tratamiento adecuados, todavía podemos esperar ver un futuro más claro. Literalmente.