Pagar para entrar a una ciudad. No para utilizar el transporte público ni visitar un museo, sino simplemente para poner un pie en sus calles y plazas. Esto es lo que ocurrirá en Venecia en los días de mayor afluencia turística, con la introducción de una entrada de 5 euros. Una medida de "shock" que ha suscitado el debate sobre cómo gestionar el sobreturismo en las ciudades de arte. ¿Pero es realmente la solución adecuada?
Quizás el verdadero desafío sea otro: repensar el modelo mismo de ciudad del arte, para un futuro en el que turismo, cultura y calidad de vida puedan convivir armoniosamente. ¿Hablamos de ello juntos? ¿Te gusta?
El contexto y la necesidad de intervención
Con sus pintorescos canales y su encantadora arquitectura histórica, nuestra maravillosa Venecia lleva mucho tiempo "luchando" contra las oleadas de turistas que, si por un lado aportan ingresos económicos vitales, por otro ponen a prueba la infraestructura y la calidad de la ciudad. la vida de los residentes.
Muchos consideraron que la decisión de implementar un impuesto de entrada durante los períodos de mayor actividad turística era un paso inevitable. El alcalde de Venecia y el departamento de turismo han subrayado que, sin medidas reglamentarias como estas, sería imposible mantener la integridad cultural y estructural de la ciudad.
Precio de la entrada, retrato de una medida compleja
La tarifa de entrada está diseñada para reducir el número de visitantes diarios y “respaldar” la pérdida de ingresos. Si es posible, fomentar estancias más largas, posiblemente más conscientes y "respetuosas" del lugar. Es decir, evitar cierto turismo low cost de “golpe y fuga” que llega, de alguna manera arrasa y se va.
Corre el riesgo de ser una solución parcial y de corto plazo. Por supuesto, por un lado puede desalentar el turismo "perezoso", pero no aborda las causas profundas del sobreturismo, vinculado a la dinámica global de movilidad, consumo cultural y marketing territorial. Y se corre el riesgo de discriminar a quienes tienen menos disponibilidad: una ciudad de arte debe ser accesible para todos, no sólo para aquellos que pueden pagar una entrada.
En cualquier caso, según el departamento de turismo de Venecia, se seguirá de cerca el impacto de esta medida para evaluar si realmente contribuye a mejorar la situación.
Repensar las ciudades, no sólo el turismo
Para abordar verdaderamente el problema del sobreturismo, necesitamos un replanteamiento general del modelo de ciudad del arte. No basta con regular los flujos turísticos. Necesitamos intervenir en la estructura urbana, en la distribución de actividades y servicios, en la movilidad y en la calidad de vida.
Algunas posibles medidas alternativas o complementarias al billete de entrada podrían ser:
- Descentralización de atracciones.: creación de nuevos centros de interés fuera de los circuitos turísticos tradicionales, para distribuir los flujos en un territorio más amplio y aliviar la presión sobre las "visitas obligadas".
- Mejora del patrimonio generalizado: promoción de itinerarios alternativos y formas de turismo slow, que favorezcan el descubrimiento del patrimonio menor y de la vida cotidiana de los barrios.
- Políticas de residencia: incentivos para el mantenimiento e la atracción de población residente en los centros históricos mediante exenciones fiscales, viviendas sociales y servicios locales. Lo contrario de lo que está sucediendo en todas partes, incluso en mi Nápoles, con la gentrificación de los centros históricos.
- Gestión inteligente del flujo: uso de tecnologías inteligentes para monitorear y dirigir los movimientos turísticos en tiempo real, evitando congestiones y sobrecargas.
- Educación y sensibilización: campañas de información y empoderamiento de los visitantes, para promover comportamientos respetuosos con el contexto urbano y las comunidades locales.
Entrada, la búsqueda de un nuevo modelo de ciudad del arte
Sea como sea el experimento veneciano, nos hace reflexionar sobre qué modelo de ciudad de arte queremos para el futuro. ¿Una ciudad-museo para consumir apresuradamente, o un organismo vivo para habitar y experimentar lentamente?
El desafío es encontrar un equilibrio entre conservación e innovación, entre disfrute turístico y calidad de vida urbana. Un equilibrio que requiere visión estratégica, participación ciudadana y colaboración entre todos los actores implicados: administraciones, operadores turísticos, asociaciones, vecinos. No es sólo Venecia la que busca soluciones al problema del sobreturismo. Ya he mencionado Nápoles, literalmente sepultada bajo masas de turistas. Otras ciudades como Barcelona, Ámsterdam y Florencia han adoptado o están considerando medidas similares a la entrada, cada una adaptada a sus propias especificidades urbanas y culturales. La comparación con estos casos puede ofrecer ideas importantes sobre cómo pueden funcionar diferentes estrategias en diversos contextos y qué se puede aprender de las experiencias de otros.
El billete de entrada es una respuesta inmediata a la presión turística, pero no aporta certezas. El futuro dirá si el modelo de ciudad de tan frágil belleza se convertirá en una referencia para otros destinos o si será necesario idear planteamientos más sofisticados e integrados. ¿Qué opinas?