El heredero del capitalismo, si vemos su fin, podría estar entre estos cuatro posibles futuros económicos.
No puedo culpar a nadie que diga que es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. El teórico marxista Fredric Jameson le encantaba esta expresión: para él (y en tiempos insospechados, "ante-Greta") el apocalipsis ambiental parecía más probable que el triunfo de una alternativa económica al sistema actual.
Una visión desencantada, que no en vano se conoció como “realismo capitalista”.
En los últimos años, las cosas han cambiado un poco y varios autores han defendido una visión alternativa. "Más allá del capitalismo: máquinas, trabajo, propiedades."(2018) de Julio Sapelli y tres entrevistas muy recientes con Noam Chomsky realizado durante la pandemia y recogido en el volumen "Crisis de civilización, pandemia y capitalismo.(2020) argumentan cosas similares.
Ambos concluyen, por ejemplo, que los avances tecnológicos harán innecesaria la mayor parte del trabajo y podrían liberar a los seres humanos (siempre que estén respaldados por renta básica universal, Añado).
El próximo "comunismo de lujo totalmente automatizado" de Aarón Bastani (2019) ocupará un terreno similar y preguntará: "¿Qué pasaría si en lugar de no tener sentido del futuro, la historia realmente no hubiera comenzado?"
Aunque podría ser aún peor
El antropólogo estadounidense david graber no es casualidad que, dentro de 50 años, "seguramente tendremos un sistema no capitalista". Pero también agregó: "podría ser algo peor".
¿Cuáles son exactamente los escenarios sobre la mesa para un sistema económico y social que intervenga al final del capitalismo para guiar a la humanidad a través de la siguiente fase histórica?
"Cuatro modelos del futuro."es un libro que examina hábilmente esta posibilidad. Peter Sentence, su autor, ofrece visiones alternativas de los sistemas económicos, "peores" o "mejores" que el actual.
Como otros, Frase asume que la tecnología hará obsoleto el trabajo humano. Sobre todo, agrega, los beneficios o perjuicios de la automatización no estarán determinados por los robots, sino por quién los posee y quién no.
La desigualdad de clase y el desafío existencial del cambio climático nos presentan la posibilidad fea (pero concreta) de que la tecnología no genere una sociedad utópica.
El libro de Frase no es una profecía ni una simple fantasía, sino una auténtica obra de "ciencia ficción social": un intento de "explorar todos los escenarios que podrían envolver nuestros futuros conflictos políticos".
Primer escenario, igualdad y abundancia: comunismo.
La tecnología ha permitido la transición a un futuro posterior al trabajo y posterior al carbono, y las divisiones de clase tradicionales han disminuido. Sin embargo, la oración advierte: las jerarquías de estado persistirán. Debates, para decirlo con Cory Doctorow, no los resuelven los que tienen más dinero, sino los que pueden adquirir el estatus social más alto. Y viene a la mente el sistema de "crédito social" de China, que clasifica a los ciudadanos según su comportamiento, o la tiranía occidental de las redes sociales y los retuits.
Segundo escenario, recuerda más de cerca el presente, la jerarquía y la abundancia: el rentismo.
Aunque existen las condiciones materiales para el comunismo de "lujo", las nuevas tecnologías y las patentes han sido monopolizadas por una élite. El trabajo humano, sugiere Frase, podría continuar (con toda su carga de explotación), último ya que “tener poder sobre los demás es”, para esta élite, “la recompensa”.
Pero el rentismo podría arraigarse si los problemas relacionados con el cambio climático se resolvieran mientras tanto.
Sin embargo, si la degradación ambiental persiste, escribe Sentence, habría otros dos posibles escenarios futuros.
El tercer escenario, igualdad y escasez: socialismo.
En un mundo de recursos limitados debido al clima, el estado tiene el poder de revisar radicalmente la infraestructura y distribuir los riesgos y beneficios por igual. El trabajo está disminuyendo progresivamente, pero también el consumo: socialismo sostenible, por lo tanto, no comunismo de lujo.
El último escenario, lo peor, jerarquía y escasez: exterminio.
A medida que los ricos buscan monopolizar el espacio y los recursos en un marco de "ecoapocalipsis", la mayor parte de la humanidad está cada vez más marginada.
Frase da bien la idea con una frase inquietante: “el gran peligro de la automatización de la producción es que desde el punto de vista de las élites gobernantes hace superflua a la gran masa del pueblo”. En lugar de descuidar o encarcelar a los pobres, ¿por qué no simplemente eliminarlos?
Los drones autónomos y los "robots asesinos" marcan una distancia cada vez mayor entre el genocidio y la pulsación de un botón.