Malas noticias para los amantes del café descafeinado en EE.UU. La versión “light” de la bebida energizante puede contener una sustancia química que puede causar cáncer. Este es el cloruro de metilo, un disolvente utilizado por los tostadores para extraer la cafeína de los granos de café. Ahora, activistas sanitarios y medioambientales están presionando para que se prohíba el uso alimentario de esta sustancia.
Una sombra en la copa
El cloruro de metileno es un compuesto orgánico volátil con una amplia gama de aplicaciones industriales. Además del café descafeinado, se utiliza como disolvente en diversos procesos de fabricación y comerciales. El gobierno federal de Estados Unidos prohibió su uso como decapante de pintura en 2019. Ahora está considerando prohibirlo casi por completo, tanto para los consumidores como para la industria, excepto en contextos limitados.
¿El motivo de tanta precaución? Está en los posibles efectos nocivos del cloruro de metileno en la salud humana. Algunos estudios han demostrado que la exposición a corto plazo a esta sustancia puede dañar el sistema nervioso central. En cambio, la exposición prolongada puede inducir tumores de hígado y pulmón, así como causar daño hepático en general.
Un nudo regulatorio
A pesar de los riesgos mencionados, no existen prohibiciones sobre el uso de cloruro de metileno para la producción de alimentos, especialmente para la obtención de café descafeinado. Una elección que plantea no pocas dudas.
Las normas, se quejan los activistas, son obsoletas. Y no está claro por qué se sigue permitiendo el uso de esta sustancia, dado que ya existen procesos más seguros y se utilizan para descafeinar el café.
Actualmente, las regulaciones estadounidenses permiten el uso de cloruro de metileno como solvente para eliminar la cafeína de los granos de café, siempre que la sustancia química no exceda 10 partes por millón (0,001%) en café tostado descafeinado y en extracto soluble de café descafeinado (café instantáneo). En Europa el cloruro de metileno está prohibido tanto para la comercialización como para la producción de café descafeinado, pero todavía hay un límite de 2 partes por millón que me deja perplejo.
No sólo descafeinado: en EE.UU. una tendencia más amplia
El caso del café descafeinado con cloruro de metileno no es más que la última pieza de un mosaico mucho más grande y preocupante: el de un sistema alimentario estadounidense cada vez más a la deriva. De los estantes de los supermercados llenos de alimentos ultraprocesados, a menudo desprovistos de valor nutricional real, a los menús de las grandes cadenas de comida rápida, adecuados “pantanos de comida” (fenómeno preocupante también en Europa), los alimentos parecen haber perdido su función primaria de alimento para convertirse en un mero vehículo de sustancias químicas, grasas y exceso de azúcares.
Una tendencia alarmante que está contribuyendo al aumento de la obesidad, la diabetes y otras enfermedades crónicas en la población estadounidense. Y que exige un replanteamiento radical de las políticas alimentarias, partiendo de una mayor transparencia en los procesos de producción y una regulación más estricta de los aditivos y residuos químicos en los alimentos.
Si el camino se convierte en el de aferrarse (culpablemente) jeringas mensuales caras de semaglutida, entonces, todo se complica.
Café descafeinado, alternativas más seguras
Los métodos alternativos que no requieren el uso de cloruro de metileno incluyen el uso de dióxido de carbono como solvente para extraer cafeína y el proceso Swiss Water. Implica remojar los granos en agua caliente y utilizar disolventes orgánicos en lugar de cloroformo.
Para aquellos como yo que todavía quieren tomar café descafeinado, el consejo (independientemente de naciones y prohibiciones) es optar por granos etiquetados como tratados con este proceso. ¿Cuánto cuestan? No abriré este capítulo (alimentos más sanos para los ricos, venenos para los otros "estratos" de la población) pero volveremos a hablar de ello.
Porque el placer de la comida, empezando por un buen café, descafeinado o no, nunca debe dejar un regusto amargo como el de la duda.