Un descubrimiento reciente en las profundidades del Mar Báltico ofrece una perspectiva extraordinaria sobre las habilidades y el ingenio de nuestros antepasados. A 21 metros bajo la superficie, en el corazón de la bahía de Mecklenburg, se encuentra el Blinkerwall. ¿Cosas? Se trata de una estructura de piedra que da testimonio de una época en la que el hombre, en perfecta armonía con su entorno, supo manipularla con sorprendente maestría. ¿Qué significa e implica este descubrimiento para nuestro conocimiento del Paleolítico? Veamos juntos, con calma.
Construcción y propósito del Blinkerwall
El estudio Blinkerwall fue dirigido por Jacob Geersen, geofísico marino de la Universidad de Kiel en Alemania. Voy a vincular la búsqueda aquí. El descubrimiento se produjo casi por casualidad, utilizando datos de una ecosonda, que reveló la estructura en el fondo del mar. Luego, Geersen y su equipo aplicaron técnicas de buceo arqueológico, incluidos sumergibles no tripulados y buceo con SCUBA, para explorar más a fondo la estructura. Llegado a ese punto, la confirmación: fue construido por el hombre y no es un fenómeno natural.
La megaestructura del Paleolítico está formada por más de 1.500 piedras de granito. Se extiende a lo largo de casi un kilómetro y revela un diseño intencional y una construcción meticulosa. Construida hace entre 11.700 y 9.900 años, esta estructura submarina parece haber desempeñado un papel crucial como ayuda en la caza de rinocerontes.
Mediante técnicas de modelado avanzadas, los arqueólogos han logrado reconstruir no sólo la megaestructura en sí, sino también el antiguo paisaje del lago que la rodeaba, ofreciendo así una visión sin precedentes de una época pasada.
Un paisaje transformado
El período en el que se construyó Blinkerwall vio cambios climáticos y geográficos radicales. El calentamiento global marcó el final de la era glacial del Pleistoceno y el comienzo del Holoceno. Gran Bretaña era una península en el continente europeo, con una vasta llanura conocido como Doggerlandia que se extendía desde Norfolk hasta los Países Bajos.
Estos cambios tuvieron un impacto significativo en la distribución de la vida silvestre. Grandes manadas de renos, bisontes europeos y caballos salvajes atravesaron paisajes ahora sumergidos. La capacidad de nuestros antepasados para anticipar y guiar los movimientos de estas criaturas demuestra un nivel excepcional de comprensión del entorno natural y de la fauna que lo poblaba.
El descubrimiento de Blinkerwall arroja luz sobre un aspecto de la vida paleolítica que antes no se había considerado: el uso de estructuras construidas para manipular activamente el medio ambiente de manera que facilitaran la caza. La megaestructura probablemente sirvió para dirigir a los renos a áreas específicas, donde los cazadores podrían aprovechar su vulnerabilidad. Este nivel de planificación y coordinación revela una sociedad que no sólo entendía profundamente el comportamiento animal sino que también era capaz de realizar complejas intervenciones ambientales para asegurar los recursos necesarios para la supervivencia.
Paleolítico “redescubierto”: implicaciones más amplias
El Blinkerwall amplía nuestro conocimiento sobre las prácticas de caza del Paleolítico, pero también plantea preguntas intrigantes sobre la capacidad de estas sociedades para modificar sus paisajes de maneras que podrían considerarse precursoras de las prácticas agrícolas. Además, la posibilidad de que futuras investigaciones puedan revelar otros sitios arqueológicos de importancia equivalente en la Bahía de Mecklenburg allana el camino para nuevos descubrimientos que podrían redefinir aún más nuestra comprensión de las culturas prehistóricas y sus capacidades.
Una vez más las últimas tecnologías también proyectan nuestro conocimiento arqueológico hacia el futuro. El descubrimiento del Blinkerwall en el Mar Báltico y otras megaestructuras en Europa e en otra parte nos recuerda que la historia de la humanidad es una narrativa en constante evolución, llena de capítulos aún por descubrir.