Con su visión de una sociedad gobernada exclusivamente por las fuerzas del mercado, sin Estado, el anarcocapitalismo nos ofrece alimento para una reflexión crítica sobre el estado actual y la posible evolución de los sistemas políticos occidentales. Mi tesis es que nos encontramos en los albores de una nueva era, donde la línea entre democracia y anarcocapitalismo se está volviendo cada vez más borrosa.
¿Qué implicaciones tiene tal paso? ¿Y por qué el advenimiento de una sociedad cada vez más basada en el anarcocapitalismo sería un verdadero infierno para los principios de equidad y justicia social?
Retrocedamos un poco para tener algo de contexto.
Antes de profundizar en las trayectorias potenciales de nuestros sistemas políticos y las implicaciones de una deriva hacia el anarcocapitalismo, es crucial examinar sus raíces históricas.
Aunque está resurgiendo como un movimiento moderno, el anarcocapitalismo tiene sus raíces en ideologías y teorías económicas que se remontan a los siglos XVIII y XIX. Los conceptos de libre mercado y mínima intervención gubernamental fueron expuestos de manera influyente por economistas clásicos como Adam Smith e David Ricardo. Con posterioridad, en el siglo XX, pensadores como Murray Rothbard e David Friedman combinaron estas nociones con un fuerte escepticismo hacia cualquier forma de autoridad estatal, dando forma a la ideología anarcocapitalista tal como la conocemos hoy.
¿Quiénes son las vanguardias del anarcocapitalismo en el mundo?
La suma ideológica de esta experiencia está nuevamente en América del Sur. Empiezo diciendo que la exposición sirve para alimentar un debate, y mi tesis surge de la observación, no de la detención de la verdad. Dime el tuyo como y cuando quieras.
Entonces: ¿por qué digo “una vez más” en Sudamérica? Un primer ejemplo paradójico de deriva es la dictadura chilena de Augusto Pinochet. Aunque guiado por el recurso a una represión sangrienta, Chile se movió casi bajo la hipnosis de los economistas del escuela de chicago (Milton Friedman a la cabeza), conduciendo (en sectores no "peligrosos" para el Status Quo) a una desregulación y privatización extremas.
El círculo parece cerrarse hoy con la Argentina del recién electo presidente Javier Milei.
¿Por qué Argentina es una “prueba”?
Hay muchas razones por las que la Argentina de Javier Milei podría verse como una vanguardia del capitalismo anarco.
En primer lugar: porque él mismo lo dice. Milei fue elegido presidente de Argentina, orgullosamente llamándose a sí mismo un anarcocapitalista. Y dejando a un lado los tonos provocativos, su victoria realmente representa un importante punto de inflexión en la política argentina, que se distancia de los modelos políticos y económicos anteriores. ¿Ir a donde?
Visión política y económica: Milei prometió un cambio radical, oponiéndose al modelo de Estado omnipresente y apuntando hacia un modelo basado en la libertad y en la reducción muy fuerte del papel del Estado.
Estilo y filosofía: Conocido por su estilo irreverente y antisistema, Milei ha atraído el descontento popular. Expresó preferencias por una competencia de mercado más libre, similar a la promovida por el capitalismo anarco, para aprovechar a aquellos decepcionados por la corrupción generalizada en el país sudamericano. Sin embargo, el remedio podría ser infinitamente peor que la enfermedad.
programa de gobierno: Su programa incluye la fuerte devaluación de la moneda nacional, extensas privatizaciones, reducción del gasto público y de las estructuras gubernamentales: todos ellos aspectos clave del anarcocapitalismo. ¿Qué pasaría si el "paciente" argentino se mostrara acostumbrado al "tratamiento" y el modelo no fuera rechazado?
El riesgo de una ausencia regulatoria
En el corazón del capitalismo anarco, como ya hemos mencionado, está la eliminación de la estructura estatal y su sustitución por mecanismos de libre mercado. Sin embargo, tal transformación implicaría serios riesgos.
Sin un organismo regulador central, el poder se concentraría en manos de unos pocos, con una distribución de la riqueza cada vez más desigual. La desigualdad socioeconómica, que ya es un problema en los sistemas democráticos actuales, podría exacerbarse de manera alarmante. Sin Estado hay dictadura, como se llame, aunque formalmente se diga que el "envoltorio exterior" es democrático.
En el anarcocapitalismo la ilusión de la libertad total se convierte en la certeza de la esclavitud total.
El anarcocapitalismo promete libertad ilimitada al individuo, pero ¿esta libertad sería realmente accesible para todos? En realidad, una sociedad así favorecería a quienes ya tienen recursos y poder, relegando a la mayoría a una posición de vulnerabilidad.
La libertad sin una estructura de apoyo equitativa se convierte en un nuevo tipo de opresión, favorecida también por nuevas herramientas tecnológicas para el control y la represión de la disidencia. Por no hablar de los mecanismos de crédito social, a los que muchas empresas (incluso en Occidente) hacen un guiño sin exponerse demasiado.
Un futuro que hay que evitar y, si es necesario, desactivar
El anarcocapitalismo, con su visión de un mundo sin Estado, revela los peligros de un sistema en el que el libre mercado no está equilibrado por una regulación justa. Un neofeudalismo, quizás cogestionado por los gigantes tecnológicos, en el que la libertad individual tiene los límites de un disparo o una publicación en las redes sociales. Una distopía como en Black Mirror.
Debemos considerar cuidadosamente Los riesgos asociados con una deriva. hacia el anarcocapitalismo, precisamente porque es muy capaz de disfrazarse y compatible con nuestros tiempos. A pesar de sus imperfecciones, la democracia ofrece el mejor equilibrio hasta el momento entre libertad individual y protección colectiva. Y la tecnología no debe ser repudiada por los riesgos que entraña, sino adoptada y gestionada colectivamente por las oportunidades que ofrece.
El futuro que estamos llamados a construir, defender y mejorar requiere un compromiso constante para preservar estos valores fundamentales. Y si estás de acuerdo, esa determinada película diría: “tal vez ya seas parte de la Resistencia”.