Un dilema demográfico acecha en el corazón del gigante asiático: China, alguna vez famosa por su política de hijo único, se enfrenta ahora a una realidad inquietante. ¿Cual? Un declive demográfico (como parte de un declive más amplio en población mundial) que amenaza su futuro económico y social. Esta situación ha llevado al gobierno chino a considerar medidas extremas, incluida la procreación forzada y la industrialización de los nacimientos. Estas políticas, que parecen sacadas directamente de una novela distópica, plantean profundas preguntas sobre la naturaleza del control estatal y la ética de la reproducción humana.
El contexto demográfico
China, con una población que supera los 70 millones, siempre ha tenido una historia compleja con sus políticas demográficas. Desde la política de un solo hijo, introducida en la década de XNUMX para controlar el crecimiento demográfico, hasta el reciente cambio hacia la política de tres hijos, el gobierno chino siempre ha desempeñado un papel activo en la regulación de los nacimientos. El año pasado la población del país disminuyó en 850.000 unidades, el primer descenso desde 1961, el último año de la Gran Hambruna. Por ello, el reciente descenso de la población, reportado por primera vez en 2021, ha causado preocupación a nivel nacional y más que una reflexión sobre posibles medidas draconianas.
Las consideraciones sobre las nuevas políticas demográficas de China no han pasado desapercibidas a nivel internacional. Gordon G. Chang, escritor y experto estadounidense conocido por sus posiciones críticas hacia China, autor de “El próximo colapso de China” y “China va a la guerra”, expresó importantes preocupaciones. Si bien no se sabe que Chang sea pro-China, sus análisis ofrecen una perspectiva digna de atención. Chang destaca cómo las políticas demográficas extremas de China podrían tener repercusiones no sólo a nivel nacional sino también a nivel mundial.
Procreación forzada: una opción extrema
Este mes, el gobierno chino lanzó una encuesta nacional de 500.000 hogares urbanos y rurales para aprender más sobre las tendencias demográficas. La encuesta, que tuvo lugar inmediatamente después del censo chino de 2020 “que se realiza una vez en una década”, fue, en palabras de Reuters, “inesperado". La encuesta de población se produjo pocos días después de que el liderazgo de China intentara abordar los nacimientos. Xi Jinping, en un discurso publicado por la agencia oficial de noticias Xinhua el 30 de octubre, le dijo a las mujeres para iniciar una “nueva tendencia familiar”.
Para Chang, como se mencionó, una de las medidas que el gobierno chino está considerando es la de la procreación forzada, un concepto que recuerda a las distopías literarias. Esta política podría obligar a las parejas a tener un determinado número de hijos, vulnerando los derechos individuales y la libertad personal. La procreación forzada plantea profundas cuestiones éticas, incluido el derecho a elegir y la autonomía corporal. La idea va de la mano de otra, la de "industrializar" la procreación transformando el nacimiento en un proceso gestionado y controlado por el Estado. El objetivo también podría lograrse mediante el uso de tecnologías avanzadas para la gestación y el nacimiento de los niños.
Implicaciones éticas y morales.
Las políticas de procreación forzada y nacimientos industrializados plantean serias dudas sobre los derechos humanos. La libertad de elección en cuanto a la procreación es un derecho fundamental, y la intervención del Estado en estas decisiones personales representa una violación de este derecho. Estas políticas también podrían conducir a discriminación basada en género, etnia y condición social. Las repercusiones psicológicas de estas políticas podrían ser devastadoras. La presión de tener que cumplir con las obligaciones estatales en materia de procreación podría provocar estrés y ansiedad en las personas: además, el nacimiento industrializado podría alterar el vínculo natural entre padres e hijos, influyendo negativamente en el desarrollo emocional y social de los niños.
Procreación “difusa y empujada”: consideraciones
La disminución de la población de China presenta importantes desafíos económicos, incluida una fuerza laboral cada vez menor y un número cada vez mayor de personas mayores. Estos desafíos requieren soluciones innovadoras, pero es crucial que estas soluciones respeten los derechos humanos y la ética. La propia política del hijo único ya ha demostrado los efectos negativos del control excesivo de la población, incluidos los desequilibrios de género y los problemas sociales. Es importante que China considere estas lecciones pasadas al formular sus nuevas políticas demográficas.
China se encuentra en una encrucijada demográfica, con opciones que podrían tener impactos profundos y duraderos en su sociedad y más allá. Es fundamental que estas decisiones se tomen teniendo en cuenta la ética, los derechos humanos y el impacto social.