Si bien la inteligencia artificial (IA) polariza las discusiones interesadas entre exaltado e catastrofistas, la Universidad Johns Hopkins explora una alternativa sorprendente: la inteligencia organoide. Imagine un futuro en el que las computadoras funcionen con células cerebrales cultivadas en un laboratorio. ¿Escalofríos? Puede que esté más cerca de lo que pensamos.
¿Qué es un organoide?
Los organoides son cultivos de tejidos tridimensionales derivados de células madre pluripotentes humanas. Estos grupos de células pueden diseñarse para que funcionen como órganos humanos reales, reproduciendo sus características estructurales y biológicas.
En el laboratorio, las instrucciones genéticas de las células madre del donante permiten que los organoides se autoorganicen y se desarrollen en cualquier tipo de tejido orgánico. ¿El resultado? pequeños órganos, desarrollado actualmente con fines de investigación para probar el funcionamiento de medicamentos y terapias a pequeña escala. Mini hígados, corazones, pulmones, básicamente cualquier tejido o estructura. Incluyendo el cerebro humano.
Inteligencia organoide vs inteligencia artificial
El trabajo de Johns Hopkins (te enlazo aqui su material) es emblemático e indica un camino para el futuro de la inteligencia organoide.
El cerebro humano es capaz de procesar mucha información simultáneamente. La IA se limita al procesamiento secuencial. Un cerebro humano necesita mucho menos tiempo para aprender nuevas tareas que las computadoras. Y consume una fracción de la energía necesaria para alimentar los centros de datos.
¿Ejemplos? El trabajo reciente de equipo de investigación de melbourne que “entrenó” 800.000 células cerebrales para ejecutar el juego de computadora Pong. Mira el vídeo a continuación. Esta “inteligencia en una caja” podría tener el potencial de superar a la IA en términos de aprendizaje y consumo de energía.
Los organoides cerebrales podrían ofrecer nuevas oportunidades de investigación e innovación. Podrían permitirnos estudiar cómo el cerebro humano lleva a cabo tareas complejas como el aprendizaje y la memoria, y cómo responde a nuevos fármacos.
Fantástico, ¿no? freno. Como siempre, también tenemos que pensar en ello. Sobre todo a nivel ético.
Hay muchos problemas éticos.
Una de las principales preocupaciones es sobre conciencia y conciencia de organoides cerebrales. La cuestión de la conciencia es extremadamente importante y compleja. Si bien actualmente no hay evidencia de que estas células sean conscientes o capaces de pensar y sentir, no podemos estar seguros de que esto no suceda. Especialmente a medida que los modelos se amplían y se desarrollan más.
Otra cuestión ética se refiere a la propiedad intelectual de los descubrimientos e invenciones realizados a través de la inteligencia organoide. Dado que las células madre utilizadas para generar organoides cerebrales provienen de donantes voluntarios, surge la pregunta de si estos donantes conservan los derechos sobre lo que se crea utilizando su código genético.
Inteligencia organoide: de un vistazo
Abordar estas cuestiones éticas requerirá una estrecha colaboración entre investigadores y especialistas en ética. Y la atención, la conciencia de la opinión pública. Será fundamental establecer directrices y regulaciones para garantizar que el uso de la inteligencia organoide sea ético y responsable, sin dejar de aprovechar su potencial para mejorar la forma en que vivimos y trabajamos.
Si abordamos estas cuestiones de manera eficaz, la inteligencia organoide podría abrir vías inimaginables para la innovación y el progreso en el siglo XXI.