De la conquista de Marte a la vigilancia global el paso parece corto, al menos para SpaceX. La empresa espacial de Elon Musk, ya conocida por su red de satélites Starlink, está colaborando con el Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO) de Estados Unidos para construir una vasta red de satélites espías.
Revelarlo es una investigación de Reuters, que cita fuentes anónimas conocedoras de un contrato clasificado firmado en 2021. Una noticia que, de confirmarse, podría redefinir los escenarios de la seguridad internacional y de la carrera espacial.
En el reino de los cielos (y secretos)
Imagine un ejército de “ojos electrónicos” que escanean cada rincón del planeta desde arriba, listos para detectar amenazas potenciales en tiempo real. No estamos en el mundo distópico y despótico orwelliano de 1984, sino en este planeta, en 2024.
El nombre en clave del proyecto es Starshield. El objetivo: proporcionar a la inteligencia estadounidense una cobertura global sin precedentes, capaz de encontrar “objetivos potenciales en casi cualquier parte del mundo”.
Un tejido de satélites espías para conocer cada rincón
¿Cómo funcionaría exactamente esta red espacial 007? Los detalles son obviamente ultrasecretos, pero de la investigación se filtran algunos rumores. Los satélites espías de Musk operarían en enjambres, en órbita baja, probablemente aprovechando tecnología probada con Starlink, la constelación global de satélites de Internet de SpaceX.
En este caso concreto, en lugar de proporcionar conexiones de banda ancha, estos “Starlinks con cascos” estarían repletos de sofisticados sensores para la observación de la Tierra. Cámaras de muy alta resolución, radares, interceptores de señales electrónicos: un verdadero arsenal de alta tecnología para espiar el mundo desde el espacio.
El ojo privado (y curioso) del Pentágono
Seamos claros: que las grandes potencias utilizan satélites espías (y tal vez armas orbitales) ciertamente no es nada nuevo. Durante décadas, Estados Unidos y Rusia (y más recientemente China) se han estado espiando mutuamente desde la órbita terrestre, en una especie de "guerra fría espacial". La verdadera novedad aquí es el papel de una empresa privada como SpaceX, que efectivamente se encontraría gestionando activos estratégicos en nombre del gobierno estadounidense.
Una externalización de la seguridad nacional que plantea muchas dudas. ¿Quién controlará el uso de estos satélites espías? ¿Cuáles serán las garantías para la privacidad de los ciudadanos? ¿Qué pasa si mañana Elon decide volver sus “ojos” hacia sus rivales comerciales o sus ex esposas? Todas preguntas que, de momento, siguen sin respuesta. También porque la NRO, entrevistada por Reuters, se refugió en un "sin comentarios" que huele a "alto secreto".
Satélites espías: el gran Juego Espacial 2.0
Como suele leer en estas páginas, estamos en el umbral de una nueva era en la carrera espacial y en la competencia geopolítica global. Con actores privados que se acercan (¿O se reemplazan entre sí?) a los Estados en el juego de la supremacía orbital. Un juego en el que las reglas parecen estar todavía escritas.
En este "Gran Juego del Espacio 2.0", Musk y sus socios Big Tech desempeñarán cada vez más el papel de los "Señores de los anillos cósmicos".
Con la llegada de los "satélites espía 2.0" de SpaceX-NRO, la frontera entre lo público y lo privado, entre lo civil y lo militar, entre la transparencia y el secreto se está volviendo cada vez más borrosa. Y nosotros, los ciudadanos comunes, corremos el riesgo de terminar como los protagonistas involuntarios del show de Truman, con nuestras vidas escudriñadas y analizadas por ojos invisibles.
Bienvenido a la era de la vigilancia global con la marca SpaceX. Al menos esperemos que Elon no nos espíe mientras estamos en el baño.