En Estados Unidos, la trágica normalización de los tiroteos en las escuelas ha empujado a las instituciones a integrar ejercicios de preparación para emergencias en las rutinas educativas de los estudiantes. Esta práctica, que se refleja en la adopción de simulaciones de emergencia, no pretende tanto resolver el problema de raíz, interviniendo sobre el control de armamentos y los lobbies influyentes que lo obstaculizan, sino más bien acostumbrar a los estudiantes a la presencia constante de una amenaza. .
Un estudio publicado recientemente en Revista de violencia escolar (lo enlazo aqui) revela cómo esta estrategia, a pesar de ser motivo de controversia, contribuye a que aquellos estudiantes que ya han vivido formas de violencia en la escuela se sientan más seguros. Lo considero un mal síntoma de adicción y una señal terrible para el futuro de generaciones enteras.
Un debate acalorado
En el corazón de Estados Unidos, la cuestión de los tiroteos en las escuelas está entrelazada con el ferviente debate sobre derecho a portar armas, dando lugar a un estancamiento en el que las soluciones parecen estar cada vez más orientadas a la adaptación en lugar de al cambio radical. La opción de preparar a los estudiantes para una realidad tan dura como potencialmente letal mediante simulacros de emergencia se ha convertido en una norma, suscitando opiniones encontradas entre expertos en seguridad, psicólogos y la opinión pública.
¿Cuál es el objetivo de todo este entrenamiento? Claro, su objetivo es desarrollar la confianza y la preparación de los estudiantes, pero plantean preguntas importantes sobre su impacto psicológico. De hecho, la familiarización con escenarios de posibles masacres podría contribuir a una sensación de inquietud y miedo constantes, socavando el entorno de aprendizaje que las escuelas deberían garantizar. Sin embargo, como dije, el estudio citado sugiere lo contrario. Para los que ya vivieron experiencias de violenciaEstos ejercicios representan un faro de seguridad en un mar de incertidumbres. O tempora, o mores.
Los simulacros de tiroteo en escuelas estadounidenses se introdujeron después de la masacre de la escuela secundaria Columbine en 1999. En aquella ocasión, dos adolescentes mataron a 12 de sus compañeros y a un profesor e hirieron a otros 24, pero eso sería sólo el comienzo.
Tiroteos escolares, la ilusión de la preparación
La eficacia real de estas capacitaciones sigue siendo un tema de debate. Por un lado, ofrecen la posibilidad de desarrollar una “memoria muscular” que puede salvar vidas en situaciones extremas. Por otro lado, corren el riesgo de normalizar un fenómeno que es todo menos normal. La preparación para emergencias se convierte así en una ilusión de control, una venda en los ojos que desvía la atención de las medidas preventivas que, de hecho, podrían: debería abordar el problema desde su raíz.
El enfoque estadounidense ante los tiroteos escolares, con su énfasis sobre la preparación para eventos más que prevención, plantea preguntas profundas sobre el futuro de la educación y la sociedad. Las simulaciones de emergencias pueden ofrecer una sensación de seguridad, pero el verdadero desafío sigue siendo crear un entorno en el que tales medidas no sean necesarias.
El camino que queda por recorrer requiere un examen crítico de las políticas sobre armas. Además. Un examen de la atención de la salud mental en las escuelas y de una cultura que, hasta ahora, ha luchado por proteger a sus miembros más jóvenes y vulnerables. La "normalización" de los tiroteos en las escuelas estadounidenses no es el resultado de una realidad compleja y multifacética, sino de una simple evidencia. Necesitamos un debate más amplio sobre valores, prioridades y políticas públicas. Lejos de jugar con la idea de que “el Lejano Oeste” es el mejor lugar posible.