En la era de la gran transición energética, China da un giro audaz en su combinación energética, en un camino que incluye algo más que viento y sol. Al construir rápidamente docenas de reactores nucleares, China pretende posicionarse como líder mundial en la industria. ¿Pero es una medida libre de riesgos? Veamos juntos, con calma.
La energía nuclear: una elección estratégica
Durante décadas, el mundo ha debatido el futuro de la energía. La energía nuclear, que suele estar en el centro del debate, se presenta como una solución potencial pero controvertida. China, que actualmente actúa como "locomotora" para el desarrollo de productos fotovoltaicos, ha decidido centrarse también en el átomo: en los últimos diez años, ha añadido 37 reactores a su mix energético, para un total de 55 , superando la velocidad de cualquier otro país. Mientras el crecimiento de la energía nuclear lucha por despegar en Occidente, frenado por los altos costos y los largos tiempos de construcción, China ha encontrado una manera de facilitar su desarrollo.
¿Como? Gracias a los préstamos gubernamentales de bajo costo, la tierra y las licencias, y los subsidios a los proveedores de energía nuclear, el precio de la energía nuclear en China es significativamente más bajo que en otras regiones del mundo. Un enfoque estratégico que hace de la energía nuclear una opción cada vez más conveniente para el país.
¿Y qué hacemos con la opinión pública?
seguridad nuclear es un tema candente, especialmente después del desastre de Fukushima en 2011. China respondió con cautela, deteniendo temporalmente su programa nuclear y manteniendo la prohibición de instalar centrales nucleares en áreas más densamente pobladas. A pesar de ello, la energía nuclear no parece dividir a la opinión pública china como ocurre en otros países. Un factor que evidentemente marca una diferencia en el plan de Beijing de eliminar gradualmente el carbón y convertirse en carbono neutral para 2060.
Uno de los mayores desafíos en el campo de las energías renovables es su variabilidad y dependencia de las condiciones climáticas. La nuclear, en cambio, ofrece una solución más estable y continua, adecuada para satisfacer la carga base, es decir, el nivel mínimo de potencia necesario para garantizar el funcionamiento de la red eléctrica. Las plantas de energía nuclear de China, ubicadas principalmente a lo largo de la costa, están estratégicamente ubicadas para dar servicio a grandes centros urbanos, a diferencia de la mayoría de los proyectos de energía eólica y solar.
No sólo una mezcla "nacional": el futuro está en la exportación
China no sólo construye reactores basados en tecnologías importadas. La mayoría de los reactores nuevos y futuros se basan en diseños chinos, especialmente elHualong Uno. Además de aspirar a la autosuficiencia, China pretende exportar esta tecnología, habiendo firmado ya acuerdos con países como Pakistán y Argentina. Esta independencia tecnológica lo hace menos vulnerable a los controles de exportación de tecnologías avanzadas, como los impuestos por la administración Biden.
Y luego, por supuesto, está la fusión. Los investigadores chinos están ocupados desarrollando la fusión nuclear, que promete energía casi ilimitada con menos desechos radiactivos. Sigue siendo un objetivo difícil de alcanzar, pero el progreso chino en este campo también es significativo, con el récord del período más largo de confinamiento de plasma a altas temperaturas.
Mix energético: quién elegirá qué
Mientras China acelera su carrera en el sector nuclear, como ya hemos mencionado, el panorama occidental se presenta en marcado contraste. En muchos países occidentales, la tecnología nuclear se ve frenada por preocupaciones ambientales, regulaciones estrictas y obstáculos económicos. Esta cautela, si bien se basa en preocupaciones legítimas de seguridad y sostenibilidad, podría dejar a Occidente en una posición vulnerable en el entorno energético global.
El riesgo es que los países más "tibios" con respecto a la energía nuclear se encuentren pronto rodeados de vecinos "nucleares", en particular entre los miembros del BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica y próximas nuevas entradas), que siguen explotando la energía nuclear como palanca del crecimiento económico y la independencia energética. Estos países están invirtiendo fuertemente en tecnología nuclear, tratando de equilibrar el crecimiento y las necesidades ambientales en su combinación.
El caso de China es ejemplar: un país que, a pesar de afrontar sus propios desafíos internos, no duda en promover una energía nuclear más accesible y sostenible. El camino que ha tomado China pronto podría convertirse en un modelo para otros países emergentes, deseosos de acelerar su desarrollo sin dejar de vigilar atentamente el medio ambiente.
Esta dinámica plantea una pregunta fundamental para los países occidentales: ¿cómo pueden mantener su competitividad energética sin comprometer los principios ambientales y de seguridad? La respuesta a esta pregunta definirá en gran medida el futuro panorama energético mundial, donde la energía nuclear, tanto tradicional como potencialmente mediante fusión, podría desempeñar un papel clave.