En el pasado se ha hablado mucho del colchón ortopédico, es decir aquel duro, resistente e indeformable, que otorga bienestar a la columna por estas características. En realidad muchas veces es una creencia que no está sustentada por ninguna evidencia científica, por lo que hoy en día es preferible utilizar términos como ergonómico.
Por tanto, con esta palabra queremos indicar un colchón capaz de adaptarse a la forma del cuerpo, otorgándole una buena sujeción y evitando los característicos huecos que provocan dolores por todas partes, dificultando el correcto descanso.
Por qué elegir un colchón ergonómico
Cuando nos tumbamos, los músculos deben poder relajarse, para permitir que el sistema venoso y linfático funcione correctamente, oxigenando los tejidos. Cuando el colchón es demasiado duro, el cuerpo puede sufrir consecuencias como el entumecimiento de las extremidades, ya que la excesiva rigidez las aplastará.
Mucho depende de tu cuerpo y necesidades en base a alguna patología, pero en general es una regla que es bueno seguir si no quieres sufrir de noche o de día. Por eso le damos espacio al colchón ergonómico, que puede seguir las curvas de nuestro cuerpo, permitiendo que la columna descanse.
Curvas como las cervicales, dorsales, lumbares, de hecho, no necesitan refuerzo sino apoyo, para descargar mejor el peso del cuerpo y no crear problemas.
Qué colchón ortopédico preferir
Volviendo al título de nuestro artículo, en esencia un colchón ergonómico coincide con lo que se entiende por ortopédico: si bien debe mantener una cierta rigidez, esto no significa que deba ser como una tabla de madera porque debe seguir las curvas fisiológicas.
Un aspecto que no puedes pasar por alto es también la transpiración, que permite que el cuerpo descanse bien. También tendrás que elegirlo en función de tu complexión: si eres muy robusto es mejor optar por una mayor dureza, si eres delgado apuesta por materiales como la memoria.
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¿Con qué frecuencia se debe cambiar un colchón ortopédico?
Aunque hayas decidido hacer una buena compra, comprando un colchón muy caro y válido, al cabo de unos años perderá calidad de construcción, debido a factores como el peso corporal o el hecho de que siempre dormimos en la misma posición.
De media, el tiempo adecuado es cada 15 años, pero se puede alargar si realizas un mantenimiento como darle la vuelta a menudo o cambiarlo de dirección, poner los pies en lugar de la cabeza, etc., para reequilibrar el interior.
Dale importancia a tu peso
No es una cuestión de belleza, pero calcular tu peso según el colchón a elegir es fundamental si no quieres equivocarte. De hecho, permanecer muchas horas sobre el colchón supone someterlo a un gran estrés.
Por eso es bueno hacer la elección en base a este factor, pero también considerar que, si aumentas de peso con el tiempo, la duración del colchón se verá irremediablemente reducida. Otro aspecto a tener en cuenta es el posicionamiento nocturno, es decir la posición en la que se duerme, ya que muchas veces tensionaremos la misma zona.
¿Cómo saber cuándo cambiar un colchón?
Para comprender cuándo ha llegado el momento, es bueno verificar si hay áreas de deformidad como protuberancias, huecos o incluso un cambio de color, que pueden ser una indicación de una infiltración de humedad.
A esto se le puede sumar una pérdida de comodidad, que repercute en el tiempo de descanso, haciéndolo menos productivo y por tanto menos útil para afrontar mejor la jornada. Con el tiempo, además, pueden aparecer patologías en nuestro cuerpo, que harán que el colchón se sienta menos cómodo.
Si empiezas a sufrir, por ejemplo, de dolor de espalda, intentaremos optar por otros materiales, como la espuma de agua o la memoria o incluso los viejos buenos colchones de muelles, que hacen que la zona que soporta esta parte del cuerpo sea menos rígida.
Por tanto, siempre debemos tener en cuenta que nuestras condiciones también pueden afectar el momento en el que tenemos que cambiar el colchón, teniendo en cuenta también que ser delgado no significa que pronto no tengamos que pensar en un nuevo modelo: la presión ejercida siempre será el mismo, según el colchón elegido.