Una nueva clase de sensores ayudará a verificar el estado de conservación de los alimentos y eliminará el desperdicio de supermercados y consumidores.
Los datos sobre desperdicio de alimentos son devastadores en todos los países occidentales: Aproximadamente uno de cada tres consumidores hoy tiran los alimentos porque no pueden consumirlos antes de la fecha de vencimiento, pero más del 16% de la comida que tiramos sigue siendo buena.
Los sensores actualmente en fase de prototipo tienen un coste de producción equivalente a dos céntimos de euro: conocidos como PEGS, "SENSORES de gas eléctrico basados en papel" o sensores de gas eléctricos basados en papel, detectan la emisión de amoníaco o trimetilamina en carnes y pescados durante su proceso de degradación.
Los datos recopilados pueden ser leídos por un teléfono inteligente y cualquier persona que pase comida puede darse cuenta de si todavía es comestible o no.

Los investigadores que desarrollaron PEGS en el Imperial College London literalmente imprimieron electrodos de carbono en papel: materiales biodegradables, no tóxicos y ecológicos, perfectamente compatibles con los alimentos y el medio ambiente, y funcionan en conjunto con microchips NFC normales legibles por un teléfono móvil.
Los sensores actuales no se usan porque costarían una cuarta parte del embalaje de un producto. Durante las pruebas de laboratorio, PEGS evaluó el estado de conservación de los alimentos mucho más rápido que otros sensores muy caros y con mayor precisión. Para esta combinación ganadora de eficiencia y conveniencia, los investigadores confían en que reemplazarán las antiguas fechas de caducidad completamente aproximadas, ayudando también a los productores a desarrollar alimentos de "corto plazo" con menos conservantes y menos gastos.
PEGS son los primeros sensores de frescura alimentaria en el mundo: el Dra. Firat Guder y Dr. Giandrin Barandun coautores del estudio, están entusiasmados: "los fabricamos para que comamos alimentos más sanos y para que desperdiciemos menos: la fecha de caducidad actual es un indicador poco fiable que a veces nos lleva a tirar alimentos saludables, a veces a comer alimentos que se han estropeado solo porque la fecha todavía parece válida ".

La peculiaridad de PEGS para identificar el estado de frescura de alimentos relativamente caros, como la carne y el pescado, generará menos desperdicio incluso para las tiendas, que ya no se verán obligadas a tirar alimentos y dinero no vendidos (y luego tomar represalias sobre los precios al consumidor). Más frescura y más ahorro también para los consumidores.
Previsión de empleo: para 2022 estarán en el mercado.
La investigación publicada hoy en la revista científica ACS Sensors deja poco espacio para la imaginación: los sensores están en una etapa de desarrollo tan avanzada que pueden asumir su uso masivo dentro de los próximos 3 años.
No solo comida
Por supuesto, el campo de aplicación de estos nuevos sensores puede ir mucho más allá de la evaluación de la frescura de un alimento (las próximas mejoras ampliarán la gama de productos observables más allá de los basados en carne o pescado): podríamos usarlos para monitorear pesticidas en la agricultura, calidad del aire y contaminantes que producen enfermedades respiratorias.
Para obtener más información: aquí está el estudio publicado