Hay momentos en los que la realidad supera la fantasía, y el reciente éxito de Venus Aerospace es una prueba tangible de ello. La compañía ha dado un paso de gigante hacia el futuro de los vuelos supersónicos al probar con éxito un dron equipado con un motor de detonación rotativa (RDRE). Esta tecnología de vanguardia pronto podría abrir la puerta a viajes intercontinentales en un abrir y cerrar de ojos.
Un concepto revolucionario
Los drones supersónicos no son una novedad absoluta: ya en los años 50, la Fuerza Aérea de Estados Unidos utilizaba aviones supersónicos controlados remotamente para probar defensas aéreas, para reconocimiento en zonas peligrosas o como armas equipadas con ojivas convencionales o nucleares. Sin embargo, durante más de 75 años, todos estos aviones tenían en común la propulsión a chorro para superar la barrera del sonido. Ahora, venus aeroespacial está llevando este concepto al siguiente nivel instalando un motor rotativo RDRE en su último dron.
Durante el vuelo de prueba del 24 de febrero, el prototipo de 2,4 metros y 140 kg fue lanzado desde una altitud de 3.700 metros, alcanzando una velocidad máxima de Mach 0,9 gracias a un motor monopropulsor de peróxido de hidrógeno.
Pero el sistema RDRE a bordo promete llevar el avión más allá de la velocidad del sonido en futuros vuelos.
¿Qué hace que el motor de detonación rotativo sea tan especial?
En esencia, se trata de una forma de superar las limitaciones de los tradicionales motores de cohetes o aviones, basándose en un principio mucho más innovador y sin partes móviles. Un RDRE consta de dos cilindros coaxiales con un espacio entre ellos, en los que se introduce y enciende una mezcla de combustible y oxidante. Si se hace correctamente, esto genera una reacción estrechamente acoplada y una onda de choque que se propaga dentro del espacio a velocidad supersónica, generando más calor y presión.
¿El resultado? Un motor más ligero, más sencillo y al menos un 15% más eficiente que los motores convencionales. Esto da como resultado cargas útiles más grandes o velocidades más altas. Venus demostró la capacidad de su RDRE para mantener una combustión sostenida hace unas semanas.
Hacia hipersónico y más allá
¿Adónde nos llevará todo esto? Venus dice que quiere crear un avión espacial hipersónico reutilizable capaz de transportar pasajeros a velocidades superiores a Mach 9 (6.900 mph / 11.000 km/h). Astrónomo, como se le llama actualmente, despegaría y empujaría “suavemente” hasta una altitud de 52 kilómetros (170.000 pies), poco más de la mitad del camino hacia el Línea Karmán, para luego pasar a lo hipersónico y recorrer grandes distancias en ese aire enrarecido.
Venus sugiere viajes como Houston-Londres o San Francisco-Tokio en apenas una hora. Claramente, este es un objetivo ambicioso y distante, con una cantidad aterradora de burocracia entre Stargazer y la realidad. Más concretamente, la empresa está desarrollando este motor para diversas aplicaciones militares (apuesto) y ahí es donde esperamos verlo a corto y medio plazo.
Motor rotativo, un salto hacia el mañana
A pesar de los desafíos que habrá que afrontar, el éxito del vuelo de prueba de Venus Aerospace (y las inversiones de otros actores como el destino) representa un momento crucial en la historia de la aviación. El motor de detonación rotativo ha demostrado que puede ser de gran ayuda. Quizás en un futuro no muy lejano reservar un vuelo supersónico sea tan sencillo como coger un taxi. Quizás, las distancias que hoy parecen insalvables se reduzcan en un abrir y cerrar de ojos.