La piel de tiburón siempre ha fascinado a todo el mundo, desde los pescadores hasta los físicos. Y no es difícil ver por qué: estas criaturas son capaces de nadar a velocidades increíbles que ningún nadador olímpico podría jamás soñar con igualar. El mérito es de sus escamas, que evolucionaron hasta convertirse en pequeñas estructuras tridimensionales con forma de yunque llamadas dentículos.
Pero, ¿exactamente cómo los dentículos hacen que los tiburones sean tan hidrodinámicos? Hasta ahora nadie había podido saberlo con seguridad. Pero ahora, gracias a un estudio innovador, el misterio finalmente ha sido revelado. Y la verdad es aún más increíble de lo que se pensaba.
Misión imposible
Estudiar los dentículos de los tiburones es un poco como intentar entender cómo funciona una nave espacial extraterrestre. Son estructuras tan pequeñas (menos de medio milímetro) y complejas que reproducirlas en el laboratorio es una tarea titánica. Y analizarlos directamente sobre la piel del tiburón es aún más difícil, porque una vez retirada del pez, la piel pierde sus propiedades especiales.
En definitiva, es como tener un objeto mágico en tus manos que deja de funcionar en cuanto lo tocas. Un enigma que ha vuelto locos a los científicos durante décadas, obligándolos a conformarse con estructuras simplificadas o experimentos no concluyentes.
El motor de la ciencia, sin embargo, nunca se detiene. Con paciencia, curiosidad y creatividad, los investigadores continuaron buscando el Santo Grial de los dentículos: el secreto de su eficacia.
Dentículos, el yunque y la ola.
Benjamín Savino e Wen Wu, se preguntaron dos físicos de la Universidad de Mississippi: ¿y si en lugar de experimentar con dentículos reales, los simuláramos en el ordenador? Dicho y hecho, los dos crearon un modelo virtual. Precisamente "esa" piel de tiburón cubierta de dentículos en forma de yunque, con pilares de soporte y cabezas de martillo encajadas entre sí. Encuentre el estudio completo aquí.
Una obra maestra de la ingeniería biomimética, que permitió a los investigadores comprender por primera vez el mecanismo de funcionamiento y el flujo de fluido alrededor de estas estructuras. Sorpresa: las cabezas de los dentículos no sólo reducen la fricción, sino que inyectan activamente líquido en el espacio protegido debajo de ellos, creando una especie de onda inversa.
Este “efecto onda” es la clave de todo. Porque genera un empuje propulsor en la dirección del movimiento, como un diminuto motor hidrodinámico integrado en la piel. Un descubrimiento que ha dejado boquiabiertos a los investigadores y que podría revolucionar la forma en que diseñamos barcos y submarinos.
Tiburones, el secreto de la espalda
Las sorpresas no terminan ahí. Savino y Wu descubrieron otro detalle crucial: los dentículos funcionan mejor cuando se colocan sobre una superficie curva, como el lomo de un tiburón.
Es allí donde se crea el gradiente de presión ideal para inyectar el fluido en el espacio protegido y generar el empuje inverso. Un mecanismo tan efectivo que los tiburones pueden haber desarrollado deliberadamente jorobas en su piel para aprovecharlo al máximo.
Resumen prosaico: el tiburón está lleno de dispositivos microhidrodinámicos, resultado de millones de años de evolución. Una lección de ingeniería que la naturaleza puso ante nuestras narices y que recién ahora estamos empezando a comprender.
Tiburones de alta tecnología
¿Qué podemos hacer los humanos con este conocimiento? Bueno, las aplicaciones son potencialmente infinitas. Pensemos en barcos y submarinos revestidos de dentículos artificiales, capaces de surcar el agua con una eficiencia sin precedentes. O trajes de baño de alta tecnología que transformarán a los atletas en "tiburones" olímpicos.
Por supuesto, todavía queda mucho trabajo por hacer. Necesitamos entender cómo mantener las estrías limpias de las incrustaciones marinas y cómo integrarlas mejor en las superficies curvas de nuestros vehículos. Pero el camino está claro y la meta está al alcance de la mano.
Porque, en definitiva, la evolución es la mayor ingeniera de todos los tiempos. Y los tiburones son sus criaturas más hidrodinámicas, perfeccionadas a lo largo de millones de años de natación.
Copiarlos no es hacer trampa, sino rendir homenaje a su maestría.