En nuestros intestinos un ejército de microbios trabaja incansablemente todos los días. No sólo para ayudarnos a hacer la digestión, sino también para influir directamente en nuestro estado de ánimo. Nuestros pequeños aliados se han convertido en protagonistas de una revolución científica que está reescribiendo las reglas de la psicología y la neurología. Pero ¿cómo puede un microbio, tan pequeño e invisible, tener un impacto tan grande en nuestra mente? Preparémonos para un pequeño viaje para descubrir la Psicobiótica.
La conexión entre el intestino y el cerebro: una historia antigua
La conexión entre el intestino y el cerebro no es un descubrimiento reciente. El legendario Hipócrates, hace ya 2.500 años, creía que todas las enfermedades, incluidas las cerebrales, se originaban en el intestino. Y por supuesto, Hipócrates no sabía qué era un microbio. Este conocimiento tendría que esperar hasta finales del siglo XVII, cuando Antonie van Leeuwenhoek, gracias a su pequeño microscopio portátil, empezó a revelar el mundo de los microbios.
A finales del siglo XIX, el zoólogo ruso Elie Metchnikoff hizo un descubrimiento sorprendente. Observó que los búlgaros longevos consumían grandes cantidades de yogur, que era rico en bacterias. Metchnikoff postuló que era precisamente este consumo de yogur lo que les aseguraba una vida tan larga. La idea de que a las bacterias les gusta el Lactobacillus podría contribuir a la salud, sentó las bases para el concepto de probióticos. ¿Y ahora?
El nacimiento de los psicobióticos.
Con la llegada del siglo XXI, la investigación sobre la conexión intestino-cerebro comenzó a ganar terreno. En 21, Sudo Nobuyuki ha publicó un artículo revolucionario en ratones libres de gérmenes, es decir, cultivados en un ambiente estéril. Estos ratones mostraron una respuesta anormal al estrés. De alguna manera, la presencia o ausencia de bacterias afectaba su comportamiento.
Aún más sorprendente es que cuando Sudo reintrodujo la bacteria en los intestinos de los ratones, su comportamiento volvió a la normalidad. Este descubrimiento desencadenó una verdadera "fiebre" en la investigación sobre la conexión intestino-cerebro. Era el embrión de una ciencia que sólo nacería hace diez años.
Psicobióticos: los nuevos aliados de nuestro estado de ánimo
En los años siguientes, John Cryan e Ted Dinan, dos investigadores del University College Cork, han profundizado en el misterio de la conexión intestino-cerebro.
En 2013, ellos acuñaron el término “psicobióticos” para referirse al estudio de microbios que pueden mejorar el estado de ánimo. No simples bacterias, sino verdaderos aliados que trabajan en simbiosis con nosotros.
¿Cómo funcionan los psicobióticos?
Los psicobióticos se comunican con el cerebro a través de al menos tres vías químicas: i neurotransmisores, la hormonas y factores inmunes. Es sorprendente descubrir que los microbios producen neurotransmisores idénticos a los presentes en nuestro cerebro, como la dopamina, la serotonina y GABA.
Estos neurotransmisores son captados por las células nerviosas que rodean el intestino y enviados al cerebro a través del nervio vago. Si se corta este nervio, los efectos de los psicobióticos desaparecen.
La última década ha consolidado la importancia de los psicobióticos para nuestra salud mental. Se han identificado bacterias psicobióticas específicas, como Lactobacillus rhamnosus y Lactobacillus reuteri, que reducen la ansiedad al influir en los niveles de GABA. Otros, como el Bifidobacteria larga 1714, reduce los niveles de cortisol mejorando el estado de ánimo y la cognición. Estos pequeños aliados de nuestro intestino tienen una enorme influencia en nuestro comportamiento, llevándonos a preguntarnos: “¿Quién manda realmente?”.
Dónde estamos hoy y hacia dónde vamos: el futuro de la psicobiótica
La próxima década promete nuevos descubrimientos en el campo de la psicobiótica. Las investigaciones ya muestran que algunas formas de depresión y ansiedad pueden aliviarse o curarse con tratamientos psicobióticos. Quizás, en el futuro, un examen intestinal pueda convertirse en una práctica común en la evaluación psiquiátrica.
Estén atentos y, mientras tanto, continúen alimentando a sus aliados del intestino delgado: intestino sano en cuerpo sano.