¿Qué sucede cuando una piedra espacial se estrella contra las aguas de Papúa Nueva Guinea? Nada. Muchos caen. Si ese guijarro proviene de otro sistema solar, sin embargo, y termina en la mira de Avi Loeb, profesor de la prestigiosa Universidad de Harvard, podría esconder algunas sorpresas. Y qué sorpresa: el académico afirma haber descubierto incluso rastros de tecnología alienígena.
El meteorito misterioso
Loeb no es ajeno a las declaraciones descaradas. Hemos recopilado otros con motivo del paso en nuestro sistema solar de Oumuamua, un objeto interestelar que, según la hipótesis del profesor, podría ser una especie de sonda espacial extraterrestre.
El año pasado Loeb anunciado la intención de recuperar los fragmentos de un meteorito, CNEOS 2014-01-08, que cayó hace 9 años en el Océano Pacífico. “El Comando Espacial de EE. UU. ha confirmado con un 99,999 % de certeza que son de otro sistema solar”, dice.
El resto son noticias: Loeb y su equipo tenían indicios de una zona de "aterrizaje" con un radio de unos 10 kilómetros, y partieron en su búsqueda.

Búsqueda del tesoro espacial
Loeb y su equipo abordaron el desafío con un método científico y un espíritu aventurero. Usando un barco llamado Silver Star, han estado recorriendo el área durante meses (aquí en el sitio web de Harvard encontrar algo de material) y sondearon el fondo del mar con un sistema de imanes, como si estuvieran buscando un tesoro pirata.
Y el tesoro, dicen, lo encontraron.
“Encontramos diez esférulas. Son casi perfectamente esféricas, como pequeñas canicas metálicas. Bajo el microscopio se ven muy diferentes al resto. Tienen colores dorados, azules, marrones y algunas de ellas incluso parecen pequeñas copias de la Tierra”.
¿Tecnología alienígena?
La composición de estas esférulas es realmente intrigante: 84% hierro, 8% silicio, 4% magnesio y 2% titanio, además de otros elementos en cantidades mucho menores. Esta composición difiere significativamente de la de los meteoritos terrestres, que suelen contener un porcentaje mucho menor de silicio.
Las pequeñas esferas de tamaño submilimétrico son más duras que cualquier roca espacial catalogada previamente por la NASA.
Para Loeb, estas características podrían indicar que no se trata de meros fragmentos de meteoritos, sino de algo más grande, quizás un dispositivo creado con tecnología alienígena. "Podría ser algún tipo de nave espacial, algo así como las sondas Voyager lanzadas por la NASA".
A la luz de estos descubrimientos, el cielo estrellado sobre nosotros parece un poco menos vacío, ¿no crees? Quién sabe, tal vez algún día saludemos a nuestros vecinos estelares mientras dan un paseo por el césped de Harvard.