Los científicos de la Universidad de Lehigh han desarrollado un método eficaz para capturar la contaminación de carbono del aire y convertirla en bicarbonato de sodio. Esta tecnología podría ser hasta tres veces más eficiente que las tecnologías de captura actuales.
Una necesidad urgente
Reducir drásticamente la quema de combustibles fósiles es crucial para combatir la crisis climática. La actividad humana ya ha producido enormes cantidades de contaminación en la atmósfera y no parece tener intención de reducirla a corto plazo. Por eso los laboratorios de todo el mundo están probando Formas de eliminar el carbono del aire..
Una solución podría ser capturar directamente la contaminación por carbono en la fuente, por ejemplo de las industrias del acero o del cemento. El problema de este método es que, a pesar de su capacidad para influir en el clima, la concentración de CO2 en el aire es muy baja (sólo el 0,04%). Esto hace que su eliminación directa del aire sea difícil y extremadamente costosa.
¿Un poco de bicarbonato de sodio?
Los autores del estudio publicado en la revista Science Advances (lo enlazo aqui) han propuesto un método para superar estas dificultades. Utilizaron cobre para modificar el material utilizado en la captura directa de aire. El resultado fue un absorbente capaz de eliminar CO2 de la atmósfera incluso en concentraciones ultrabajas, con una capacidad de dos a tres veces mayor que la de los absorbentes existentes.
Una vez capturado, el CO2 puede transformarse en bicarbonato de sodio utilizando agua de mar y liberarse en los océanos en una concentración baja. Según los científicos, los océanos tienen reservas infinitas y pueden contener grandes cantidades de bicarbonato de sodio sin ningún problema.
Además, la ubicación costa afuera de las plantas de captura de aire permite el acceso a abundantes cantidades de agua de mar para el proceso.
Los desafíos a enfrentar
Uno importante (y legítimo, por cierto): la eliminación de grandes cantidades de bicarbonato de sodio en los océanos podría considerarse un “derrame”, algo prohibido por tratados internacionales.
Y más allá del aspecto regulatorio, también hay quienes se preocupan por los efectos ambientales negativos sobre los océanos, ya bajo presión por el cambio climático, la contaminación y otras actividades humanas.
Sin embargo, la tecnología es prometedora. Con prudencia, conviene ampliar progresivamente las plataformas de prueba para evaluar los resultados: sólo así podremos entender si el bicarbonato también es "bueno" para el planeta.