El futuro no son solo autos voladores, mochilas propulsoras y viajes exprés a Marte; por otro lado, también podría brindar la capacidad de obtener un orgasmo con solo presionar un botón.
Al menos eso es lo que cree justin lehmiller, psicóloga social e investigadora del Instituto Kinsey de la Universidad de Indiana. Lehmiller ha lanzado recientemente una entrevista con Wall Street Journal en el que plantea la hipótesis de algunos desarrollos fascinantes en el futuro del sexo y la "sextech".
El botón del orgasmo
"Hay médicos que trabajan para implantar electrodos cerca de la médula espinal que provocan un orgasmo con solo tocar un botón", dijo Lehmiller. WSJ.
Esta tecnología podría ayudar a las personas con discapacidades o dificultades a alcanzar el orgasmo. Y, por supuesto, existe el riesgo de que se convierta en una droga. Las personas pueden ser esclavizadas al orgasmo "a demanda" en lugar de cultivar experiencias sexuales satisfactorias.
justin lehmiller, psicóloga social e investigadora, Kinsey Institute
Según Lehmiller, las giras sexuales también serán más sofisticadas en el futuro. De hecho, también veremos el surgimiento de la Sexboto robots sexuales. Además de satisfacer los deseos físicos, el experto cree que estos robots podrán satisfacer nuestras necesidades emocionales.
“Algunos juguetes sexuales tratarán de la intimidad, no solo del sexo”, dice Lemiller. "Los robots podrán tomarse de la mano u otros comportamientos reconfortantes".
La situación actual
Algunos ejemplos de dispositivos actualmente disponibles son los dispositivos de control remoto que permiten a las parejas transmitir experiencias sexuales a distancia e incluso una almohada que "transmite los latidos del corazón de la pareja". ¿Y qué pasa con la realidad virtual, que corre el riesgo de absorber por completo a muchas personas?
Los peligros en esta área, advierte Lehmiller, son muchos.
Ante todo: para tener sexo virtual con alguien, ¿necesita su consentimiento? Usar tu propia imagen o la imagen de otros para crear avatares con los que experimentar fantasías planteará problemas legales. Otro inconveniente es que no sabemos cuál será el impacto de estas actividades. Mientras sea un orgasmo, el peligro es limitado, pero ¿el ejercicio de actos virtuales que serían ilegales hará que la gente quiera practicar estos comportamientos también en la realidad?
Aquí nos ayudan los videojuegos, que siempre han sido vanguardistas. Y no, no ves a muchas personas haciendo lo que hacen en la pantalla. Sin embargo, quién sabe cómo reaccionarán ante entornos mucho más inmersivos.
¿Qué pasa con la privacidad?
También está el tema de la privacidad y la seguridad. Después de todo, es posible que veamos más empresas que ofrecen experiencias sexuales virtuales. Esto podría significar renunciar a la privacidad y ofrecer nuestros datos sexuales a empresas privadas.
Hagamos lo que hagamos en el mundo virtual, habrá una huella digital. ¿Quién tendrá acceso a eso? ¿Qué pasa si nuestros datos sexuales son violados y divulgados públicamente?
Estas razones me llevan a pensar que aunque esta tecnología tiene un enorme potencial para beneficiar la vida de las personas, la cantidad de cuestiones éticas, de privacidad y de seguridad es suficiente para contradecir a Lehmiller sobre el orgasmo "a pedido".