Una vez bromeaba sobre la presencia de microchip subcutáneo implantado por el estado sin el conocimiento de los ciudadanos, pero hoy todo esto (o casi) podría convertirse en realidad.
Pronto, las prótesis técnicas podrían tener más rendimiento que las articulaciones naturales, nuestros sentidos mejorarán con dispositivos implantados debajo de la piel y la inteligencia artificial podrá cambiar espontáneamente. Los primeros intentos de lograrlo se vieron en ETIQUETA de Milán, donde algunas personas tenían un microchip implantado en la mano.
Singularity University organizó una charla sobre implantes y biohacking tras la que algunos participantes realizaron la operación, con un coste de 60 euros. El microchip en cuestión, del tamaño de un grano de arroz (unos 10-12 mm), es de hecho un NFC, es decir, un sistema de radiofrecuencia que intercambia datos con el mundo exterior. Pero, ¿para qué sirve?
Nos cuenta sobre eso David Orban: “Decidí experimentar conmigo mismo que significa vivir con estas tecnologías. En mi mano izquierda tengo un chips que te permite abrir puertas, identificarte o, como hago yo, conservar la clave privada de un monedero Bitcoin. Cada vez más personas se sienten atraídas por esta posibilidad, que está abierta a muchas variaciones y desarrollos en el futuro”.