En los primeros y rugientes años de Internet, las posibilidades parecían inagotables, casi como si navegáramos en aguas abiertas e ilimitadas. Pero, como un ánfora que pierde lentamente su precioso contenido gota a gota, hemos comenzado a ver cómo nuestras libertades digitales se evaporan. Esta no es la historia de un cambio repentino, sino de una erosión lenta y sutil. En este tema estamos terminando como la rana hervida.
Las grandes empresas tecnológicas y los poderes gubernamentales han comenzado a aprovechar nuestro espacio digital, a menudo con la necesidad (o bajo la apariencia de) seguridad y protección de datos. ¿Pero a qué precio? Profundicemos en esta línea de tiempo para descubrir cómo llegamos a este punto crucial y hacer algunas hipótesis para los próximos años.
¿Seremos una rana hervida en términos de libertad digital? Hoja de ruta: el comienzo de una tendencia
en 2011, Microsoft introdujo el uso de Secure Boot para Windows, un sistema diseñado para garantizar que el software iniciado desde su PC sea confiable. Esto puede parecer un paso positivo para la seguridad, pero también limitó un poco la libertad de instalar sistemas operativos alternativos (aunque deja la opción de desactivarlo por parte del usuario, y rara vez es un usuario que no sabe cómo ingresar al BIOS). capaz de instalar un sistema operativo).
Cuando la seguridad se convierte en restricción
en 2017, dos acontecimientos importantes marcaron un nuevo paso atrás para las libertades digitales. Microsoft lanzó Windows 10 S, una versión limitada de Windows que permite la instalación de aplicaciones de terceros solo desde Microsoft Store. Desde el mismo año, el DRM de Widevine Chrome ya no se puede desactivar, lo que limita aún más las opciones de los usuarios (según una página del sitio oficial de ayuda de Google Chrome, es posible bloquearlo para algunos o todos los sitios).
El aumento de las restricciones
el 2020 el vió Apple imponer en MacOS un proceso que verifica el origen y la integridad de las aplicaciones. Google, por otro lado, introducido en Android comprobaciones de integridad basadas en hardware, lo que dificulta el uso de ROM alternativas.
La creciente influencia del gobierno y la aceleración hacia la rana hervida
en 2021, el Parlamento de Reino Unido propuesto el proyecto de ley de seguridad en línea, lo que habría impuesto el filtrado de contenido en cualquier "servicio de usuario a usuario". Es sólo un ejemplo de cómo los gobiernos están intentando ejercer más control sobre el contenido en línea.
en 2023, Francia propone el proyecto de ley SREN, lo que obligaría a los navegadores a aplicar una lista de bloqueo proporcionada por el gobierno.
¿Cuántas de estas historias has visto abordadas de forma clara y sencilla para todos? Todo avanza con lenta inexorabilidad.
Especulaciones sobre el futuro.
De aquí al futuro, las hipótesis son inquietantes.
en 2024, Youtube, Gmail, Spotify, bancos y algunos otros sitios web importantes comienzan a utilizar la API WEI de Google para calificar la reputación interna de los usuarios, lo que obliga a los navegadores que no cumplen con las normas a utilizar más captchas. El objetivo de WEI es (principalmente, al menos) estadístico, es decir: hacer saber a quienes compran publicidad cuántos porcentajes de visualizaciones no tienen que pagar porque provienen de navegadores que no utilizan "personas reales" (scraping, etc.). ).
en 2025, Google podría eliminar la posibilidad de instalar aplicaciones de Android fuera de Play Store, citando preocupaciones de seguridad (la Ley de Mercados Digitales entrará en vigor en 2024 para evitar esto, en el EEE). en 2030, es posible que veamos que Chrome proporciona listas de bloqueo de sitios web proporcionadas por el gobierno local del usuario. Y en 2035, las aplicaciones de mensajería pueden considerarse “aplicaciones críticas” que deben recibir la aprobación del gobierno antes de publicarse.
Toda especulación, eso es. Distopías, tal vez. Pero dada la trayectoria hasta la fecha, ¿hasta qué punto nos desviaremos de la verdad? Es fundamental preguntarnos: ¿cuánto cuesta la seguridad y la libertad? ¿Pueden coexistir en armonía o estamos destinados a sacrificar uno por el otro? Son preguntas que todos nosotros, como ciudadanos, debemos plantearnos.
¿Es inevitable que seremos una rana hervida?
La historia nos ha demostrado que las libertades, una vez perdidas, son difíciles de recuperar.
Sin embargo, todavía podemos esperar un futuro en el que se respeten y protejan las libertades digitales. La clave está en la educación, la sensibilización y la acción colectiva. Juntos podemos dar forma al futuro digital de una manera que respete tanto la seguridad como la libertad.
Con la cantidad adecuada de conciencia, pasión y acción, podemos garantizar que nuestras libertades digitales estén protegidas para las generaciones futuras.
Y ustedes, queridos lectores, ¿están dispuestos a hacer su parte o el agua de esta olla todavía les parece tibia?