La verdad, a menudo esquiva y ambigua, tiene ahora un nuevo aliado tras el rutilante polígrafo: la inteligencia artificial. En el Universidad de Ciencias de Tokio, un equipo de investigadores ha desarrollado un modelo de aprendizaje automático que promete revelar engaños a través de sutiles variaciones en las expresiones faciales y los latidos del corazón. Un nuevo detector de mentiras.
El estudio, publicado en Artificial Life and Robotics (lo enlazo aqui) podría revolucionar la forma en que abordamos la cuestión de la veracidad en las interacciones humanas.
La evolución del polígrafo
Durante décadas, el polígrafo ha sido una herramienta clave para intentar discernir la verdad de las mentiras. Pero como cualquier herramienta, incluso el "viejo" detector de mentiras tiene sus límites. Aquí es donde entra en juego el estudio de la Universidad de Ciencias de Tokio. Amplia (quizás demasiado) los límites de la tecnología al combinar el análisis de las expresiones faciales con la monitorización de los latidos del corazón, todo gracias a inteligencia artificial.
Las expresiones faciales siempre se han considerado una ventana al alma. Pero decodificarlos no siempre es sencillo: pequeños movimientos, casi imperceptibles, pueden revelar un mundo de emociones e intenciones. La IA, con su capacidad de analizar miles de puntos de datos en fracciones de segundo, puede reconocer estas pistas sutiles con una precisión que va más allá de las capacidades humanas.
El latido del corazón: el detector de mentiras 'real'
Además de las expresiones faciales, la frecuencia cardíaca ofrece otra herramienta para comprobar la veracidad de una persona. Cuando mentimos, nuestro cuerpo reacciona de manera sutil. La adrenalina puede aumentar, al igual que nuestro ritmo cardíaco. Este nuevo modelo de aprendizaje automático no sólo observa, sino que ascolta nuestros corazones, buscando discrepancias que puedan indicar una mentira.
La precisión y la puntuación F1 de cada materia varían 75% a 80%, con una precisión máxima de alrededor del 87%.
Con la llegada de esta tecnología, es posible que nos enfrentemos a un futuro en el que mentir sea cada vez más difícil. Obviamente esto tiene implicaciones muy serias. La cuestión ética de la privacidad y el consentimiento estará en el centro del debate. La cuestión no es crear un mundo más transparente y honesto, sino evitar que se convierta en una pesadilla totalitaria.
Mentiras, mentiras, en todas partes
Me pregunto y les hago una pregunta quizás retórica, pero convincente: ¿realmente queremos un mundo en el que cada pequeña mentira sea revelada? Hay un hilo demasiado fino que separa la verdad y la estabilidad social. Tan sutil que muchos no lo ven, o lo "magnifican" ideológicamente.
Como suele suceder, la verdad está en el medio, y una vez que el Genio ha sido "liberado", no hay forma de devolverlo a la lámpara. Incluso aquellos que esperan un mundo hipertransparente deben tener mucho cuidado con lo que desean.