La evolución de la medicina y la tecnología van muchas veces de la mano, y los últimos avances en el campo de la electroterapia son un claro ejemplo de ello. Investigadores de las universidades suecas de Lund y Gotemburgo han desarrollado electrodos orgánicos capaces de integrarse en el cuerpo y disolverse con el tiempo.
Esta innovación podría representar un avance significativo, especialmente para los pacientes que padecen enfermedades no crónicas, como tumores y lesiones nerviosas, que podrían beneficiarse de la estimulación eléctrica sin tener que recurrir a una cirugía invasiva. El enfoque propuesto combina conocimientos biológicos y de ingeniería, ofreciendo una solución que respeta la integridad física del paciente y promete eficacia terapéutica.
La importancia de la estimulación eléctrica terapéutica
Se ha demostrado que la estimulación eléctrica terapéutica tiene un impacto significativo en el tratamiento de enfermedades crónicas como la enfermedad de Parkinson o la epilepsia. Y no solo eso.
En estos casos, los electrodos envían impulsos eléctricos a áreas específicas del cerebro, pero deben implantarse mediante cirugía. El descubrimiento de electrodos orgánicos podría ampliar los beneficios de la electroterapia a afecciones no crónicas como el dolor, el daño a los nervios o incluso el cáncer.
Sería un salto adelante: los electrodos desarrollados por los investigadores de Universidad de Lund e Universidad de Gotemburgo Están fabricados con A5, un polímero mixto iónico-electrónico que tiene propiedades únicas. En primer lugar, se autoensambla formando un hidrogel altamente conductor que permanece estable durante varios meses. Su composición, a base de pequeños polímeros llamados oligómeros, le confiere excelentes propiedades de bioresorción. Finalmente, quizás lo más importante de todo es que se disuelve en agua.
Electrodos orgánicos, aplicaciones y resultados experimentales.
Durante la investigación, los electrodos se probaron en pez cebra, un modelo ampliamente utilizado para estudiar la regeneración de las extremidades y la neuropatía. Los electrodos, una vez inyectados en el cerebro del pez, interactuaban con los iones endógenos formando una "asociación" estable.
Con el tiempo, las almohadillas comenzaron a degradarse, demostrando su capacidad de ser completamente reabsorbidas por el cuerpo sin causar ningún daño.
Perspectivas futuras
Estos electrodos orgánicos mínimamente invasivos, como se ha comentado, abren nuevas posibilidades para su uso en tratamientos no crónicos. El próximo paso de los investigadores será probar el procedimiento en cerebros de roedores y primates, ampliando así el campo de aplicación y verificando su eficacia en organismos más complejos.
La investigación, que supone un importante paso adelante en el campo de la medicina y la tecnología, ha sido publicada en la prestigiosa revista Nature Communications. Y te lo enlazo aquí.