Hay una ola de optimismo sobre la Amazonía brasileña. De acuerdo a informado por Associated Press, en los primeros seis meses del mandato del presidente Luiz Inácio Lula da Silva deforestación disminuyó un 33,6%, alcanzando los niveles más bajos desde 2019. Un cambio radical con respecto a los cuatro años anteriores, cuando bajo la presidencia del conservador Jair Bolsonaro, la Amazonía sufrió la peor destrucción en quince años.
Amazonia, un cambio de rumbo
Datos satelitales del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil muestran que en el primer semestre de 2023 aproximadamente 2.590 kilómetros cuadrados de bosque frente a más de 3.880 kilómetros cuadrados (el tamaño de Luxemburgo) en el mismo período en 2022.
Este cambio es aún más significativo cuando consideramos que la deforestación en Brasil ha sido un problema que ha asolado al país durante décadas. Las políticas de Bolsonaro, que favorecieron la expansión agrícola a expensas de la protección ambiental, solo habían acelerado un proceso que ya estaba en marcha.
Por otro lado Lula, Hablamos de eso aquí después de su elección, prometió eliminar por completo la deforestación para 2030. Sin embargo, los mayores desafíos para su administración aún están por venir.

Los desafíos restantes
A pesar de la disminución de la deforestación, la cantidad de incendios en junio alcanzó un récord: más de 3.000. Segundo Jair Schmitt, director de protección ambiental de Ibama, la agencia ambiental de Brasil, se deben en gran parte a la cantidad de deforestación del año pasado.
El tiene razón. Los incendios en la selva amazónica no son un fenómeno natural, sino que a menudo son provocados por el hombre. Prácticas como la tala y quema, utilizadas para dar paso a cultivos y pastos, se encuentran entre las principales causas. Estas prácticas, si no se controlan, podrían deshacer los avances logrados en la lucha contra la deforestación.
La importancia del desarrollo económico
El desarrollo económico será clave para sostener los medios de vida de los pueblos indígenas de la región, muchos de los cuales juegan un papel esencial en la protección de la selva tropical.
Comunidades indígenas de la Amazonía Pelearon para proteger sus tierras de la deforestación y la expansión agrícola. Las políticas de Lula, que reconocen los derechos indígenas a la tierra y brindan apoyo económico a las familias indígenas, podrían ser un paso importante para resolver estos desafíos.
Amazonia, deforestación y cambio climático
Si Brasil continúa en esta trayectoria, podría ser un raro rayo de esperanza en los esfuerzos de la humanidad para mitigar el cambio climático. Con un tamaño comparable al de Australia, la selva amazónica es la "esponja" de CO2 más grande del mundo: absorbe enormes cantidades de gases de efecto invernadero (aproximadamente 150 XNUMX millones de toneladas) y convierte una parte importante de ellos en oxígeno.
Por ello también tiene un papel fundamental en el sistema climático global. La deforestación puede alterar los patrones climáticos en todo el planeta: si no la detenemos, las consecuencias podrían ser devastadoras.
Conclusión
Aparentemente, la Amazonia ha comenzado a recuperar el aliento, y con ella nosotros también podríamos hacer lo mismo. Sin embargo, no olvidemos que el camino para salvaguardar este pulmón verde del planeta aún es largo. Largo y lleno de obstáculos.
Por ahora, disfrutemos de este pequeño paso adelante, con la esperanza de que sea el primero de muchos.