La depresión es una enfermedad mental generalizada. Puede causar tristeza, soledad y desesperación, además de síntomas físicos como cambios de humor, fatiga y problemas digestivos. Por lo general, se trata con medicamentos y psicoterapia para controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida, pero la ciencia ha buscado durante mucho tiempo técnicas más efectivas.
La estimulación cerebral profunda, por ejemplo. Ya se utiliza para tratar casos graves de epilepsia y algunos trastornos del movimiento como el Parkinson. Sin embargo, tratar la depresión representa un desafío aún mayor. Esto se debe a que, a pesar de los esfuerzos por comprender plenamente sus mecanismos, todavía queda mucho por descubrir sobre cómo reacciona el cerebro ante la aparición de la depresión, una enfermedad extremadamente compleja. No se trata simplemente de corregir un temblor, sino de abordar todo un universo de síntomas. Signos de muy diversa índole como la presencia de pensamientos suicidas, dificultad para experimentar placer y cambios de humor, motivación, sueño y apetito.
Un “decodificador” de estados de ánimo.
Se decía de la estimulación cerebral profunda: bueno, es cierto que unos diminutos electrodos implantados en el cerebro tienen el poder de aliviar trastornos como la depresión. El año pasado, por primera vez un paciente fue curado por este método. Hoy, sin embargo, los resultados varían demasiado: para ello sería necesaria una herramienta capaz de comprender cómo y en qué medida el cerebro se ve afectado por un desequilibrio, para poder intervenir de forma más eficaz y precisa.
Científicos del Baylor College of Medicine de Houston realizó una investigación (te lo enlazo aqui) lo que llevó a la creación de un “decodificador de estados de ánimo”. ¿Cosas? Es una herramienta que, simplemente con analizar la actividad cerebral, nos permite entender cómo se siente alguien. Con este decodificador, los investigadores esperan poder medir la gravedad de la depresión de una persona y determinar con mayor precisión dónde colocar los electrodos para lograr el mayor efecto sobre el estado de ánimo del paciente.
Actualmente, el equipo ha probado el decodificador en tres voluntarios y ha obtenido resultados extremadamente prometedores. No sólo pudieron correlacionar la actividad cerebral específica de los voluntarios con su estado de ánimo, sino que también descubrieron una forma de estimular estados de ánimo positivos. Segundo Samer ShethSegún el neurocirujano que lidera el proyecto, se trata de “la primera demostración de una decodificación exitosa y consistente del estado de ánimo en humanos en estas regiones del cerebro”.
Posibles aplicaciones
Una herramienta que decodifique el estado de ánimo podría tener muchas aplicaciones futuras, tanto en el campo médico como en otras industrias. En el ámbito médico, por ejemplo, podría utilizarse para diagnosticar y tratar otras patologías mentales como la ansiedad y el trastorno bipolar, permitiendo personalizar el tratamiento en función del estado de ánimo del paciente y valorar su eficacia. También podría usarse para monitorear a los pacientes de forma remota, lo que permitiría a los trabajadores de la salud intervenir rápidamente en caso de cambios de humor.
¿Y en otros sectores? (Advertencia: contiene teorías de conspiración). Un “decodificador del estado de ánimo” haría fortuna a quienes realizan estudios de mercado. De mil maneras. Comprender las reacciones de los consumidores ante determinados productos o servicios. O en el ámbito de las relaciones públicas, para evaluar el impacto de una campaña de comunicación. Podría utilizarse en contextos laborales, para evaluar el bienestar psicológico de los empleados e intervenir en caso de estrés u otros trastornos del estado de ánimo.
¿Cómo se dice? ¿Sería útil colocar electrodos en el cerebro de muchas personas? Verdadero. Y de hecho los usos alternativos son teoría: pero son teoría con fundamentos concretos.