¡Gran Júpiter! Mientras Marty McFly circulaba a toda velocidad en su DeLorean en la primera “Regreso al futuro”, en 1985 un grupo de visionarios de Silicon Valley estaban a punto de enviar el concepto mismo de navegación por las calles al pasado. ¿Su nombre? Etak. ¿Cómo se llamó su invento? Navigator, el primer navegador por satélite del mundo, mucho antes de que el GPS se convirtiera en el estándar.
“Donde vamos no necesitamos carreteras”, pero un navegador siempre viene bien, ¿no?
Una brújula para la era digital
Una joya de tecnología e ingenio, capaz de trazar la ruta en mapas digitales utilizando sensores, algoritmos y una pizca de magia. Una historia de pioneros, desafíos imposibles y giros dignos de una película. Porque a veces, para avanzar, primero hay que dar un paso atrás.
Imagínate viajar en ese año mágico. Todo era diferente: yo, por ejemplo. Yo tenía 10 años, mientras Reagan y Gorbachev negociaban el fin de la Guerra Fría, Duran Duran hacía furor en la radio y todavía confiábamos en viejos y queridos mapas de papel para orientarnos en las carreteras. Incómodo, engorroso, a menudo difícil de descifrar. Tragicómica. ¿La idea de un navegador electrónico, algo que te dijera adónde ir? Ciencia ficción, cosas de Star Wars.
Sin embargo, en el futurista Silicon Valley había quienes ya estaban trabajando para convertir ese sueño en realidad. Etak, un puñado de ingenieros visionarios liderados por stan miel, navegante de renombre mundial y apasionado de la innovación.
Navegador es algo que el mundo nunca ha visto antes. Piense en una caja mágica que se montará en el salpicadero del coche. En su interior hay una pantalla vectorial de tubo de rayos catódicos, como las de los primeros videojuegos. En lugar de Space Invaders, te muestra el camino a seguir, completo con mapas desplazables, puntos de interés e instrucciones paso a paso. Una brújula para la era digital.
Adivinando, pero con estilo
En 1985 el Napoli aún no había ganado su primer scudetto, y el GPS todavía era un espejismo, reservado a unos pocos elegidos con estrellas. Entonces, ¿cómo sabe el Etak Navigator dónde estás y hacia dónde te diriges? Sencillo: te mantiene adivinando, pero con estilo. Utilizando una técnica derivada de la náutica y llamada 'estimación' (dead estima), que se basa en sensores de movimiento y una brújula, en este caso electrónica.
En la práctica, el Navigator registra cada curva y aceleración y compara estos datos con los mapas digitales almacenados a bordo. Así, por exclusión, entiende en qué calle te encuentras y actualiza tu posición en tiempo real. Un poco como hace un navegante humano cuando dice: “Deberíamos estar más o menos aquí, ya que giramos hacia allá”.
Parece magia, ojalá lo fuera: sería más fácil. Es pura ingeniería, y para que la navegación a estima funcione de manera confiable, Stan Honey y compañía tienen que inventarlo todo: desde una brújula (compensada, para cancelar el campo magnético de la ventana trasera con calefacción) hasta un inclinómetro líquido (Lleno de tequila, dirán los malos.).
Las carreteras son realmente útiles.
El verdadero desafío de Etak, el más difícil de todos, fue otro: el de crear mapas digitales. Hoy estamos acostumbrados a Google Maps y OpenStreetMap, con sus bases de datos globales a solo un clic de distancia. Pero en 1985 los mapas eran sólo trozos de papel. ¿Cómo transformarlos en bits y bytes navegables?
La respuesta de Etak fue la que cabría esperar: con mucha, mucha paciencia. Escaneando los mapas uno por uno. ¿Recuerdas los escáneres de 1985, verdad? Los bonitos, con forma de tambor. Y luego, parafraseando a Baglioni, "un vértigo de la digitalización". Cada calle, cada intersección, cada punto de interés. Con equipos de cartógrafos digitales trabajando las 24 horas del día en terminales de tubos de rayos catódicos. El primer sistema de producción de mapas digitales a gran escala del mundo.
No sólo eso: para almacenar toda esa información en unos pocos megabytes, los ingenieros de Etak inventaron algoritmos de compresión de datos verdaderamente ultraeficientes, que explotaban la estructura topológica de las carreteras. En esencia, hicieron con los mapas lo que el MP3 haría con la música veinte años después. Cosas que harían palidecer a los científicos de datos modernos.
Un navegante nacido para navegar
¿El resultado de este esfuerzo titánico? Un producto que parecía venir directamente del futuro. El Etak Navigator impresionó a todos con sus capacidades casi mágicas. ¿Encontrar una dirección? Bastaba con insertarlo con unos pocos clics. ¿Ver tu ubicación en un mapa? Hecho. ¿Seguir un rumbo hacia la meta? Lo cuidó, muy bonito, completo con zoom y desplazamiento muy suave. Por supuesto, había límites. Los mapas cubrían sólo unas pocas áreas metropolitanas, y para conseguirlos todos se necesitaban seis casetes caros. La instalación del sistema requirió horas y un técnico calificado. Y luego el precio, un factor que siempre influye (pensemos que hoy también pone de rodillas las ambiciones de Apple, no exactamente la última llegada).
No fue popular: 1.395 dólares, prácticamente 4.000 euros a día de hoy. Y, de hecho, era un material para los VIP, que no podían prescindir de ellos: entre los primeros compradores se encontraban personas como Spielberg y Michael Jackson. Sí señor, el Etak Navigator era el navegador de las estrellas, lo último para quienes querían destacar. Y no importa si a veces te desvías del camino: lo importante era llegar con estilo.
El gigante que vino del mar.
El verdadero punto de inflexión para Etak llegó de la mano de un comprador tan inesperado como visionario: Rupert Murdoch, el magnate de los medios australiano. Sí: “El joven Murdoch” (por así decirlo, ya tenía 56 años). Él era su brazo derecho tecnológico, Juan Evans, para oler el potencial de esa caja mágica y sus mapas digitales. Así, en 1987 Murdoch compró todo Etak para utilizar sus conocimientos en un proyecto secreto llamado “Jaguar”.
¿La idea? Combine mapas del navegador Etak con una base de datos de hoteles, restaurantes y atracciones, y cree una guía de viaje interactiva completa con fotografías y recorridos virtuales. Una idea loca para la época, que fue veinte años anterior a Trip Advisor y Google Street View. ¿Y adivina qué?
Jaguar nunca despegó y en 1989 Murdoch izó la bandera blanca. Por supuesto, revendió el sistema a una empresa de medios británica y aún así se embolsó una ganancia de capital de 500 millones de dólares. Incluso perder, como perderse, es una cuestión de estilo.
Fue el principio del fin para Etak, que pasó de mano en mano como la bomba de los dibujos animados de Hanna & Barbera: de Sony a Teleatlas hasta llegar (irónicamente) a TomTom, el gigante holandés de la navegación. Mientras tanto, sin embargo, la llegada del GPS había dejado obsoleta la tecnología de navegación a estima, enviando al navegador Etak y a sus herederos al ático. Ve, Navegante, enseña a los ángeles a bajar la ventanilla y pregunta al primer transeúnte el camino al Paraíso.
El navegante que inspiró a una generación
El legado del navegador de Etak va más allá de los aspectos técnicos. Consiste en haber demostrado que es posible innovar incluso en un campo aparentemente inmutable: ¿desde hace cuántos siglos nos orientamos "a la vieja usanza"? Estas personas se atrevieron a lo imposible, desafiando los estándares y prejuicios de la época (repito, lo hicieron sin satélites GPS). Creó de la nada una industria que ahora vale miles de millones y que ha cambiado la forma en que nos movemos y exploramos el mundo.
No es casualidad que muchos de los protagonistas de Etak se hayan convertido en leyendas de la industria. Pasarela para ustedes, como en los conciertos: stan miel, pionero del GPS y genio de la navegación deportiva; Juan Evans, visionario de la geolocalización y la realidad aumentada; marv blanco, mago de los mapas digitales e inspiración para generaciones de cartógrafos de alta tecnología. Y muchos otros que llevaron el espíritu de Etak a empresas como Apple, Google, Tesla, cambiando la faz de la tecnología para siempre.
Etak navegante, ¿sigues entre nosotros?
El espíritu de Etak todavía perdura entre nosotros. ¿Lo oyes? También está aquí, ahora, mientras les escribo. ¿No lo crees? Mire su navegador o su aplicación de mapas (Google Maps, Waze y compañía). Allí lo verás: el símbolo que utilizan tus navegadores para representar la ubicación del coche. Una flecha estilizada, esencial y elegante, siempre apuntando hacia adelante. Exactamente lo mismo.
No es sólo un homenaje al pionero de la navegación digital. Es un símbolo de su espíritu indomable, de su capacidad para señalar el camino incluso cuando la meta parece inalcanzable. Transformar lo desconocido en explorado, lo imposible en obvio, el futuro en presente. Tal como lo hizo el Etak Navigator allá por 1985, que hoy nos parece un país demasiado extranjero, e incluso la Guerra Fría nos parece mejor.
Por este motivo, si el navegador por satélite te desvía, no te preocupes demasiado. Después de todo, incluso si cometes errores, llegarás a alguna parte. Lo importante es seguir siguiendo esa flecha, esa chispa de futuro que nos guía hacia lo desconocido. Siempre adelante, hacia nuevas metas y nuevos descubrimientos. Tal como lo habría hecho Marty McFly.