Oculta bajo las aguas del Estrecho de Gibraltar, una gigantesca fosa oceánica yace aparentemente dormida. Pero no nos dejemos engañar por su calma: según un equipo de geólogos, esta zona de subducción "dormida" podría despertar en un futuro lejano. Y desencadenar un proceso capaz de distorsionar la geografía de nuestro planeta.
Estamos hablando de la "invasión por subducción" del Océano Atlántico, un fenómeno que podría conducir a la formación de un nuevo "anillo de fuego" similar al que rodea el Pacífico, y a la lenta desaparición del propio Atlántico.
Un gigante dormitando en el fondo del mar
El Arco de Gibraltar, también conocido como Fosa de Gibraltar, es una enorme cicatriz en la corteza terrestre de cientos de kilómetros de largo y hasta 5.000 metros de profundidad. Un área de subducción que discurre a lo largo de la frontera entre las placas africana y euroasiática. Aquí, la corteza oceánica más densa se hunde en el manto, en un proceso que suele ir acompañado de terremotos, erupciones volcánicas y la formación de cadenas montañosas.
Durante los últimos 5 millones de años, este gigante parece haberse quedado dormido. La ausencia de una fuerte actividad sísmica y volcánica en la zona hizo que muchos científicos pensaran que la Fosa de Gibraltar estaba ahora “muerta”, incapaz de influir en el destino geológico de la región. Ahora, sin embargo, un nuevo estudio publicado en Geología (lo enlazo aqui) sugiere que el monstruo de Gibraltar está simplemente durmiendo una siesta, listo para despertar en un futuro no muy lejano (en términos geológicos, por supuesto).
Hacia el oeste, hacia lo desconocido
El equipo dirigido por Juan Duarte De hecho, el profesor de la Universidad de Lisboa ha descubierto que el arco de Gibraltar se desplaza lentamente hacia el oeste, acercándose peligrosamente al "borde" del océano Atlántico. Utilizando sofisticados modelos informáticos, los investigadores simularon la evolución de la zona de subducción desde su "cumpleaños", hace unos 30 millones de años, hasta 40 millones de años en el futuro.
¿Los resultados? Relativamente inquietante: Después de un período de estancamiento que duró cinco millones de años, la Fosa de Gibraltar podría reanudar su marcha hacia el oeste en unos 5 millones de años, “invadiendo” el Atlántico en un proceso conocido como “invasión por subducción”. En la práctica, el monstruo despertará de su letargo para devorar lentamente el fondo del océano, provocando que la corteza se hunda en el manto terrestre.
Gibraltar, un nuevo anillo de fuego (para muchos problemas)
Según el estudio, la invasión del Atlántico por el arco de Gibraltar podría desencadenar la formación de un sistema de subducción similar al infame "Anillo de Fuego" que rodea el Océano Pacífico. Este anillo es responsable. Alrededor del 90% de los terremotos del mundo y alberga más del 75% de los volcanes activos de la Tierra.
Imaginemos ahora un escenario similar, pero en el Atlántico. Con las zonas de subducción devorando la corteza oceánica a ambos lados del océano, el Atlántico comenzaría a encogerse y eventualmente se cerraría por completo en un futuro lejano. Adiós a los cruceros transatlánticos, bienvenidos a la era en la que América choca con África y Europa. Una auténtica pesadilla para los geógrafos (y para las navieras, si aún existieran, lo que me permite dudar).
Pero ¿por qué debería despertar el arco de Gibraltar dentro de 20 millones de años?
Según los autores del estudio, el motivo hay que buscarlo en su actual "pausa para la reflexión". Durante los últimos 5 millones de años, el movimiento de la fosa casi se ha detenido, lo que explica la falta de grandes terremotos y volcanes en la zona.
Como ya hemos dicho, esto no significa que el monstruo de Gibraltar esté muerto. De lo contrario. Simplemente está acumulando energía, como un gigante que recupera el aliento antes de seguir adelante. Y cuando despierte, podría hacerlo con renovado vigor, empujando inexorablemente hacia el oeste hasta "chocar" contra el fondo marino del Atlántico. En ese momento, la subducción será imparable.
Una mirada al futuro (muy lejano)
Ninguno de nosotros verá cerrarse el Atlántico o las Américas chocar con África (a menos que se hagan descubrimientos sensacionales sobre la inmortalidad). Pero esto no hace que el escenario sea menos fascinante ni menos inquietante.
La investigación de Duarte y sus colegas nos recuerda que nuestro planeta está en constante cambio, sujeto a fuerzas titánicas que actúan en escalas de tiempo difíciles de concebir para la mente humana. Lo que hoy parece inmutable, como la forma de los continentes o la inmensidad de los océanos, en realidad es sólo una instantánea de una película de miles de millones de años de duración.
Quizás, dentro de unos millones de años, nuestros descendientes (o los robots que los habrán sustituido) miren los mapas del "viejo mundo" con la misma curiosidad con la que miramos los continentes del Triásico o del Jurásico. Y se preguntarán cómo vivía la gente en esa extraña Tierra, donde el Atlántico separaba dos masas continentales destinadas a convertirse en una sola.