Es posible que pronto interactuemos con un robot que no sólo comprenda el lenguaje humano, sino que también pueda predecir y reflejar emociones y sonreír justo antes que nosotros. Eso es lo que lograron Hod Lipson y su equipo en la Universidad de Columbia con emo. ¿Cosas? Es un robot humanoide diseñado para hacer que las interacciones con las máquinas sean sorprendentemente más humanas. (Si quieres ir directamente para obtener más información, toma asiento aquí).
Él ve, prevé y sonríe.
Emo, como se mencionó, tiene la capacidad de predecir la sonrisa de una persona un segundo antes de que suceda, y luego reflejarla en su propia "cara". Un paso adelante en la imitación del lenguaje humano, un ejercicio avanzado de percepción e interacción.
Aunque la inteligencia artificial ha logrado avances significativos en la imitación del lenguaje humano, las interacciones físicas con los robots a menudo chocan con el fenómeno conocido como “valle del encanto”, donde la cuasi humanidad de los robots genera una sensación de empatía bastante incómoda. Emo, gracias a su capacidad de replicar las expresiones faciales humanas, en particular la sonrisa, podría ser la clave para superar este obstáculo, haciendo interacciones con robots percibido como más natural y menos perturbador.
¿Cómo funciona Emo?
Emo está equipado con una serie de cámaras de alta resolución instaladas en sus "pupilas" y una piel de plástico flexible sostenida por 23 motores separados controlados por imanes. Utiliza dos redes neuronales: uno dedicado a analizar las expresiones faciales humanas y el otro a controlar la propia expresión facial.
Esta combinación de tecnologías permite al robot anticipar y replicar expresiones como sonreír con una precisión sorprendente.
Dos palabras más sobre el método.
El proceso de aprendizaje de un emo es similar al de un ser humano que aprende a reconocer y replicar sus propias expresiones faciales frente a un espejo. La primera red neuronal se entrenó con vídeos de YouTube que mostraban a personas con diversas expresiones faciales, mientras que la segunda red aprendió observando al propio Emo expresando diferentes emociones. Este método de autoaprendizaje le da a Emo una capacidad casi humana para interpretar y reproducir expresiones faciales.
Ahora sonríe. ¿Y luego?
A pesar del entusiasmo por el potencial de Emo, Hod Lipson y su equipo son conscientes de que para que las interacciones con los robots sean verdaderamente humanas necesitan ampliar la gama de expresiones que Emo puede imitar. El siguiente objetivo es garantizar que Emo pueda responder no sólo imitando expresiones faciales sino también reaccionando apropiadamente al contexto de la conversación.
Un desafío que, de superarse, podría cambiar definitivamente nuestra relación con la tecnología.