En una época donde la ingeniería estaba dominada por figuras como Thomas Edison, un inventor destacó por su ingenio y determinación: Granville T. Woods. Enfrentando la injusticia racial y los desafíos legales, Woods no sólo revolucionó la industria del transporte con casi 60 patentes, sino que desafió abiertamente a uno de los gigantes de la innovación de la época. La historia de este inventor afroamericano es un apasionante testimonio de ingenio. ¿La conoces? ¿No? Precisamente.
El ascenso de un inventor extraordinario
Nacido en 1856 en Columbus, Ohio, Woods creció en medio de oportunidades educativas limitadas. Sin embargo, su temprana pasión por la ingeniería le llevó a convertirse en aprendiz en un taller ferroviario, sentando las bases de su futura carrera. Su tenacidad y talento le permitieron acumular conocimientos y habilidades, que se tradujeron en innovaciones revolucionarias. Woods fue, para decirlo de manera sucinta, el primer ingeniero mecánico y eléctrico afroamericano después de la Guerra Civil.
Entre los inventos más significativos de Woods se encontraba una variante del telégrafo de inducción, un sistema que permitía la comunicación entre trenes y estaciones en movimiento, reduciendo drásticamente el riesgo de colisiones. Otros inventos incluyeron el “Dispositivo de vigilancia“, también conocido como “manija de hombre muerto”, un sistema capaz de monitorear la presencia y el estado de alerta del conductor de un vehículo, y la innovación de “Tercer carril“, ambos fundamentales para la seguridad y eficiencia del transporte ferroviario. Sin embargo, el camino hacia el éxito no fue fácil para él.
Batallas legales y raciales
Al igual que le ocurrió a Nikola Tesla con las patentes relativas a la corriente eléctrica, Woods también se encontró enfrentando desafíos legales (dos) contra Thomas Edison, quien reivindicó la prioridad en la invención del telégrafo de inducción. Este invento fue crucial para la seguridad en la industria del transporte, ya que redujo significativamente el riesgo de colisiones de trenes, un problema común y peligroso en ese momento.
La vida de Woods estuvo marcada no sólo por sus extraordinarios inventos, sino también por las dificultades de ser un inventor afroamericano en una era de segregación racial. Antes de presentar la patente para su "telégrafo ferroviario múltiplex síncrono", Woods enfermó de viruela y estuvo confinado en cama durante meses. Cuando despertó, descubrió consternado que otro inventor, Lucio Phelps, se había atribuido arbitrariamente el mérito de la invención. Woods libró una meticulosa batalla legal, demostrando con notas, bocetos y un modelo funcional que había sido pionero en esta tecnología. Obtuvo la patente en 1887.
Pero la diatriba no terminó ahí. Poco después, Edison demandó a Woods dos veces, afirmando ser el inventor legítimo del telégrafo inductivo. En ambos casos Woods se impuso, a pesar de la desigual comparación con su famoso rival blanco. Según algunos historiadores, Edison incluso llegó a ofrecerle un trabajo en la Compañía Edison (¿a qué te recuerda esto? Si no puedes vencerlos, cómpralos), pero fue rechazado. A pesar de estas batallas, Woods salió victorioso, afirmando su derecho como un verdadero inventor. La victoria de Woods en los juicios contra Edison fue un raro ejemplo de triunfo afroamericano contra las disparidades raciales y sociales de la época. Sin embargo…
Para un afroamericano, ni siquiera la victoria fue nunca dulce
Como se mencionó, la disputa legal entre Woods y Edison se resolvió con la victoria de Woods, quien logró demostrar que él fue el primero en inventar el telégrafo inductivo y mantener la patente. Sin embargo, la batalla tuvo graves consecuencias personales y económicas para el inventor afroamericano. Para defender sus derechos frente a Edison, uno de los hombres más famosos y poderosos de Estados Unidos, Woods gastó enormes recursos. No sólo eso: como casi todos los inventores afroamericanos de la época, Woods tuvo dificultades para comercializar sus inventos entre un público predominantemente blanco.
Por este motivo, muchas veces acabó vendiendo sus patentes, incluidas algunas de las invenciones que fueron objeto de disputa con Edison, al propio Edison (a quien hoy fácilmente definiríamos como un "tiburón" financiero). No recibir una compensación o reconocimiento adecuado por su trabajo. A pesar de sus excepcionales capacidades inventivas y empresariales, Woods murió en la pobreza y el anonimato en 1910. Recién en 2006, casi un siglo después, fue incluido en el Salón de la Fama de los Inventores Nacionales de Estados Unidos. Un destino paradigmático de las dificultades que encontraron a finales del siglo XIX los pioneros afroamericanos de la ciencia y la tecnología.
Para quienes tienen memoria y quienes quieren honrarla, la historia de Granville T. Woods es un ejemplo vívido de los desafíos que enfrentan los inventores negros y su resiliencia frente a obstáculos importantes. Su vida y sus logros son un recordatorio persistente de la importancia de la equidad y el reconocimiento en el campo de la innovación tecnológica. A partir del conocimiento de su pasado, podemos construir un futuro más equitativo para todos.