Imagine un mundo donde los edificios se reparan solos, tal como lo hace la piel humana con una herida. El interesante descubrimiento de un grupo de investigadores de la Universidad de Drexel ha aportado un nuevo tipo de cemento bacteriano capaz de autocurar las grietas que se forman con el tiempo.
¿El cemento? Nuestra segunda agua
Tome este hecho tal como viene: el hormigón es el segundo material más consumido en la Tierra, inmediatamente después del agua. Una realidad que nos plantea tristes interrogantes (¿realmente no hay nada mejor? ¿No podríamos utilizar otros materiales, aunque sea sólo para algunas cosas? No lo sé, como el cáñamo). Preguntas legítimas si tenemos en cuenta las enormes emisiones de carbono vinculadas a su proceso de producción.
Durante años, los científicos han estado buscando soluciones Verde y sostenible para mejorar este material milenario.
Vida más larga, menor impacto
Un aspecto crítico del hormigón es su durabilidad. En algunos ambientes, comienza a debilitarse y degradarse. ya después de unos 50 años de la pose. Retrasar este proceso de degradación puede ser una estrategia eficaz para optimizar el uso del material.
La nueva investigación de Drexel se centra precisamente en este aspecto, proponiendo un método innovador para alargar la vida del hormigón. ¿Como? Haciendo pasar a través de él una especie de "sangre" bacteriana, un fluido capaz de formar fibras que reparan sus grietas.
En el corazón de esta revolución se encuentra "BioFiber", un polímero recubierto de un hidrogel con bacterias, encerrado en una carcasa sensible que mide solo 0,5 milímetros. Cuando el concreto se agrieta, las biofibras se descomponen, dejando entrar agua y activando bacterias. Lisinibacillus sphaericus, que comienzan a producir carbonato de calcio, rellenando y “curando” las grietas.
Un proceso bacteriano, pero inspirado en la piel humana.
El enfoque adoptado por los investigadores se inspira directamente en los mecanismos de autorreparación de la piel humana. "Estas BioFibras imitan este concepto y utilizan bacterias productoras de cal para crear un hormigón vivo y autocurativo", explica. Amir Farnam, codirector de la investigación.
En pruebas recientes (Voy a vincular el papel aquí), el cemento ha demostrado ser capaz de “curarse” en dos días. Si bien aún se necesita más investigación para comprender y controlar mejor el tiempo de reparación, el potencial de estos materiales autorreparables es enorme. Podrían reducir la necesidad de producir cemento nuevo, con importantes implicaciones para el medio ambiente.
Este tipo de tecnologías podrían transformar (literalmente) la forma en que construimos y mantenemos el futuro.