La torre Garisenda, el antiguo centinela de piedra que se alza en el corazón de Bolonia, es un gigante en la balanza. Después de dominar el horizonte de la ciudad durante casi un milenio, este emblema histórico ahora enfrenta su mayor amenaza hasta el momento: el riesgo de un colapso repentino y catastrófico.
Es una situación alarmante que genera preocupación entre los ciudadanos y los organismos públicos, y también plantea una cuestión más amplia sobre nuestra responsabilidad en la protección del patrimonio cultural.
Garisenda, una historia milenaria
La historia de la Torre Garisenda tiene sus raíces en el siglo XII, un período en el que Bolonia era una especie de Manhattan medieval, con familias locales compitiendo para construir torres cada vez más altas. La Garisenda, con su inclinación de cuatro grados, es una de las pocas supervivientes de aquella época, testigo silencioso de épocas e historias pasadas.
Sin embargo, en los últimos años la torre ha dado señales preocupantes. En un reciente informe publicado el 15 de noviembre, los expertos señalan la aceleración de la inclinación y la aparición de grietas en sus cimientos. Una condición "inevitablemente crítica" para la estructura. Y las intervenciones “protectoras” llevadas a cabo en 2020 en realidad habrían empeorado significativamente las cosas.
Por este motivo, la ciudad de Bolonia ha puesto en marcha un plan de protección civil para intentar hacer frente a esta emergencia.
Un plan de emergencia
Para proteger la torre y la población circundante se tomaron medidas drásticas. Se levantará un cordón metálico alrededor de la torre para contener los escombros en caso de derrumbe y limitar el acceso a la zona de peligro. Se espera que esta medida tan necesaria esté completa en febrero de 2024 y cambiará temporalmente la apariencia histórica del sitio.
El destino de la Torre Garisenda plantea cuestiones cruciales sobre la conservación de nuestro patrimonio cultural. ¿Cómo podemos salvaguardar estos monumentos históricos sin comprometer su integridad o seguridad pública? La respuesta requiere un delicado equilibrio entre el respeto por el pasado y la necesidad de innovación y seguridad. Debemos proteger la integridad de los monumentos, pero también estar preparados para intervenciones "decisivas" para protegerlos.
La Torre Garisenda es más que un simple edificio: con 48 metros de altura se alza un símbolo de la identidad cultural de Bolonia. Su pérdida sería desgarradora para toda la comunidad.
Más detalles sobre el plan
Una vez que se haya completado el cordón de protección (que protege las casas y las personas cercanas de derrumbes repentinos), será necesario implementar soluciones. Estas podrían incluir la creación de una “jaula” metálica alrededor de la torre para estabilizarla e intervenciones más profundas para resolver los problemas estructurales subyacentes. ¿Otras hipótesis? La reconstrucción de la base, o la reducción de la altura de la torre, como ocurría en la época medieval.
Los costes para la conservación de la Garisenda son importantes. Sólo el cordón de protección costará alrededor de 4,4 millones de euros, y las intervenciones de estabilización requerirán "millones y millones" más. Por este motivo, el municipio ha iniciado una recaudación de fondos en línea, subrayando la importancia de la participación de todos.
En sólo una semana ya se han recaudado 800.000 euros: si quieres ayudar o saber más, encuéntrelo todo aquí.