Noonoouri, un influencer digital de Instagram, acaba de firmar un contrato discográfico con Warner Music Central Europe. A pesar de existir sólo como una entidad digital, claro está. Con ojos increíblemente grandes, un rostro pintoresco y “Dominoes”, su sencillo debut, Noonoouri representa un nuevo capítulo en la industria musical, combinando tecnología y arte de maneras antes inimaginables.
Noonoouri, el ascenso de un ícono digital
Noonoouri no es nada nuevo en el mundo digital. Como influencer de Instagram, ha captado la atención de miles de seguidores con su look único y sus campañas de moda sostenible. Y Gana más de 2 millones de euros al año.
Sin embargo, su reciente incursión en el mundo de la música ha sorprendido a muchos. Esta entidad digital, que no envejece, no se cansa y no duerme, da ahora una nueva definición al término “artista”. La música siempre ha tenido una historia de evolución e innovación. Desde las primeras grabaciones en vinilo hasta las plataformas de streaming online, la industria ha visto revolución tras revolución.
La entrada de Noonoouri como cantante pop de AI marca otro capítulo en esta historia en constante evolución. Pero ¿qué significa realmente para la industria? Podría marcar el comienzo de una era en la que los artistas digitales convivan con los humanos, ofreciendo nuevas experiencias y posibilidades.
La belleza digital y sus estándares
Con ojos increíblemente grandes y un rostro que representa estándares estéticos decididamente posmodernos, Noonoouri también plantea interrogantes sobre la percepción de la belleza en la era digital. En un mundo donde la realidad virtual y las entidades digitales son cada vez más frecuentes, ¿cómo cambiarán nuestros estándares y expectativas?
Algunos pueden ver con escepticismo el ascenso de los artistas digitales como Noonoouri, y nadie puede culparlos: también es correcto dudar o estar decididamente en contra. Aunque siempre hay un lado positivo. Estas entidades ofrecen oportunidades para explorar nuevos géneros, experimentar con sonidos y crear experiencias musicales únicas. Un poco como el equivalente a la primera suspensión de la incredulidad que confiábamos a los dibujos animados, cuando los efectos especiales aún no nos habían permitido liberar la creatividad ni siquiera de los directores de películas con personas reales.
El primero, pero no el último.
Poco a poco nos hemos acercado a este momento. Primero los sintetizadores de voz, luego las inteligencias artificiales, las humanos digitales, los avatares, las primeras canciones sintéticas. Noonoouri puede ser la primera, pero definitivamente no será la última entidad digital en ingresar a la industria de la música.
A medida que la tecnología continúa evolucionando y la intersección del arte y la inteligencia artificial, el futuro de la música puede tener menos límites de los que imaginamos. Y tal vez (aunque me parezca absurdo) nos guste un poco.
Incluso si proviene de “personas” que no existen.