En el mundo de la medicina hay diagnósticos que suenan a frases: "tumor inoperable". Estas palabras pueden apagar esperanzas y sueños en un instante. Hoy, gracias a la fusión de la tecnología y la cirugía, asistimos al amanecer de un cambio de época.
Para el periodista Glenn Deir, este amanecer transformó una frase en una nueva oportunidad en la vida: su puerta cerrada fue abierta con un bisturí por un robot "cirujano".
El dilema de Glenn Deir
Glenn Deir no es un nombre desconocido. Como reportero jubilado de la cadena CBC de Canadá, ha contado muchas historias a lo largo de su carrera: esta vez, sin embargo, la historia que cuenta es la suya.
Acosado por un tumor inoperable que amenazaba no sólo su garganta sino también su vida, Glenn se enfrentó a una situación aparentemente desesperada. El tumor, una recurrencia maligna de una batalla anterior, se había deslizado hasta la parte posterior de su lengua, en una posición prohibitiva para las manos humanas.
El desafío de la cirugía
Extirpar un tumor en una zona tan delicada y compleja no es fácil. Requiere precisión, habilidad y, sobre todo, coraje. Como explicó el propio Glenn, ningún cirujano estaba dispuesto a arriesgarse a una operación tan compleja. El procedimiento habría requerido cortes profundos en la amígdala, la lengua y la garganta.
Por eso, al final, se decidió por la intervención a través de un robot de común acuerdo con los médicos. Da Vinci no es sólo una pieza de metal y un circuito. Con sus ágiles "dedos", puede llegar a lugares que las manos humanas encuentran difíciles, si no imposibles, de alcanzar.
Glenn describió la cirugía como más complicada de lo que había previsto su propio médico, el Dr. Corsten. La radioterapia anterior le había endurecido las amígdalas y el tumor en la lengua era del tamaño de una cereza. Pero, contra todas las expectativas, la cirugía fue un éxito.

Hacer operable un tumor inoperable
Sin Da Vinci, la cirugía podría haber tenido un resultado muy diferente. Incluso si hubiera tenido éxito, los médicos habrían tenido que dividir la mandíbula de Glenn en dos para alcanzar y extirpar el tumor.
Gracias a la habilidad del Dr. Martin Corsten y la precisión del robot Da Vinci, una sola incisión en el cuello fue suficiente.
La historia de Glenn no es sólo un testimonio del coraje humano, sino también un excelente ejemplo de cómo la robótica está cambiando la faz de la medicina. En un mundo donde los robots tienen la perspectiva de poder realizar cirugías de forma autónoma, la tecnología y la humanidad trabajan juntas para abordar los mayores desafíos. Y ganarlos.