Dejemos de lado todos los prejuicios y preconceptos, cierremos los ojos y luego intentemos visualizar esta escena: un Papa publicando una guía ética sobre la inteligencia artificial (IA). ¿Hecho? Bueno, abran los ojos: realmente sucedió, amigos. Hazaña del Vaticano. Silicon Valley, nunca te aburres en este mundo.
Voy a dar un paso atrás: tal vez no todos sepan que el Vaticano ha decidido sumergirse de lleno en el bosque de la inteligencia artificial, dando vida aInstituto de Tecnología, Ética y Cultura (ITEC). Este organismo, nacido de la colaboración con el Centro Markkula de Ética Aplicada de la Universidad de Santa Clara, tiene como misión promover una reflexión profunda sobre el impacto de la tecnología en la humanidad, reuniendo a líderes de diversos sectores de la sociedad.
El futuro entre la tecnología y la ética
La primera tarea del ITEC es el tema del artículo que estás leyendo: la publicación de un manual, titulado “Ética en la era de las tecnologías disruptivas: una hoja de ruta operativa”. Este texto tiene como objetivo guiar a las empresas de tecnología a través de las numerosas áreas grises de la ética de la IA. Y eso no es todo: también toca temas como las tecnologías de cifrado, seguimiento y reconocimiento facial.
Padre Brendan McGuire, consultor del ITEC, dijo que la idea era utilizar el poder de convocatoria del Vaticano para reunir a expertos de todo el mundo. ¿El propósito? Responda las preguntas más profundas que surgen a medida que avanza la tecnología.
Puente ético del Vaticano a Silicon Valley: un puente ético
No hay duda de que la existencia del ITEC es una señal inequívoca del poder real y potencialmente transformador de la IA. Por ejemplo, Su Santidad nunca ha publicado una guía de 140 páginas sobre criptomonedas. Y no porque a mitad del viaje sacó algunas “fotos” de sí mismo con la cazadora y la actitud de chico malo.
Pero tenga cuidado: el manual del ITEC no puede reemplazar la regulación gubernamental. El propio padre Brendan lo dice: el manual es "fruto de una cooperación improbable". Sin embargo, a pesar de las gigantescas diferencias entre el Vaticano y Silicon Valley, es importante haber encontrado puntos en común en el campo de la ética tecnológica.
Ahora solo queda por ver si las empresas se inclinarán por seguir estas pautas, mientras esperamos que intervengan los reguladores. Porque su intervención podría llevar mucho, mucho tiempo.
Mientras tanto, estamos como dicen “en manos del Señor”.