Abróchense los cinturones, amigos: partimos hacia un viaje que combina los misterios de las profundidades de la tierra con los secretos del espacio infinito. Estamos hablando de una extraña pareja: los terremotos y los rayos cósmicos.
Parecen dos protagonistas de mundos completamente diferentes, ¿no? Un estudio reciente encontró que pueden estar más relacionados de lo que pensamos.
¿De dónde surge esta extraña amistad?
Si cree que los terremotos y los rayos cósmicos no tienen nada en común, no está solo. También el mismo Piotr Homola, autor principal del estudio (que te enlazo aquí), admite que la conexión parece extraña a primera vista. Pero aquí está la sorpresa: parece haber evidencia bastante sólida de una correlación entre estos dos fenómenos. Eso sí: los investigadores no están diciendo que los rayos cósmicos provoquen terremotos.
El descubrimiento radica en el núcleo de tierra, el corazón palpitante de nuestro planeta. Aquí hay un ballet continuo de líquidos que se mueven en patrones a menudo impredecibles. Y no solo eso: de este núcleo nace nuestra magnetosfera, un "escudo" que nos protege de muchas "amenazas" espaciales.
Entre estas amenazas, los rayos cósmicos, que se dividen en primarias y secundarias. Los primarios son los que nuestra magnetosfera logra detener, mientras que los secundarios son los que logran pasar.
La danza entre terremotos y rayos cósmicos
Los investigadores notaron que los terremotos particularmente intensos a menudo parecen estar precedidos por cambios significativos en la cantidad de rayos cósmicos secundarios que pasan a través de la magnetosfera.
Y aquí es donde entra en juego nuestro amigo el núcleo de la Tierra. Si tiembla, no solo podría aumentar la actividad sísmica en la superficie, sino que también podría afectar la magnetosfera, visible a través del comportamiento de los rayos cósmicos secundarios.

No es solo una correlación aleatoria.
Nuevamente, eso suena como una declaración bastante audaz, pero los investigadores confían bastante en sus resultados. "En el mundo científico, se acepta que se puede decir que se ha realizado un descubrimiento cuando el nivel de confianza estadística de los datos confirmatorios llega a cinco sigma o desviaciones estándar", dice Homola. "Para la correlación observada, obtuvimos más de seis sigma, lo que significa menos de una posibilidad entre mil millones de que la correlación se deba al azar."
Porque no puede ser una coincidencia
Imagina que estás jugando a los dardos con amigos. Cada vez que lanzas un dardo, puedes dar en el blanco, acercarte o alejarte. Si medimos a qué distancia cae cada dardo del centro, obtenemos una especie de "promedio" o posición promedio de donde aterrizan las flechas.
Ahora, no todas las flechas aterrizan exactamente en este punto medio. Algunos están un poco a la derecha, algunos un poco a la izquierda, algunos un poco más arriba, algunos un poco más abajo. Cuánto varían estas posiciones desde el punto medio es lo que llamamos la "desviación estándar". Es una forma de medir cuánto se extienden o dispersan nuestros dardos (o lo que sea que estemos midiendo) alrededor del punto medio.
Si todos tus dardos caen muy cerca de la diana, tienes una desviación estándar baja, porque los dardos no se separan mucho. Pero si sus dardos caen por todas partes, entonces tiene una desviación estándar alta (y posiblemente una mala puntería).
Ahora, cuando los científicos hablan de "sigma", se refieren a la unidad de desviación estándar. Entonces, si dicen "seis sigma", están diciendo que algo está a seis desviaciones estándar de la media. En términos prácticos, es como decir que has lanzado un dardo tan lejos del centro de la diana que parece imposible que acabe allí. Si un hallazgo está en "cinco sigma" o "seis sigma", es como si ese disparo absurdo lejos del objetivo hubiera ocurrido otras cinco o seis veces también. No puede ser solo una coincidencia: tiene que haber una razón por la cual los dardos caen allí. Y eso es lo que los investigadores intentarán descubrir ahora.
Rayos cósmicos y terremotos: en conclusión
El descubrimiento, sensacional en sí mismo, aún no tiene una utilidad práctica: quizás nunca podamos obtener un dispositivo que prediga con precisión los terremotos a partir de los rayos cósmicos.
Ciertamente, sin embargo, el descubrimiento de un vínculo entre la radiación cósmica registrada en la superficie y la sismicidad de nuestro planeta merece nuevas oportunidades de investigación.