¿Pastilla roja o pastilla azul? solarpunk o Espejo Negro? Hay dualismos en la ciencia ficción. Principalmente entre dos escenarios de futuro extremos: utopía o distopía. Pero sabes mejor que yo, ¿no?, que la verdad siempre está en algún punto intermedio. Existe una alternativa a estas dos opciones muy radicales. “La respuesta, amor mío”, dijo el gran Alessandro Bono, “la estamos viviendo”. Quizás, esperamos, el futuro al que lleguemos día tras día sea uno protopía. ¿Eso?
Utopía y distopía: ¿dos caras de la misma moneda?
En la literatura de ciencia ficción, la utopía y la distopía son polos opuestos. El primero dibuja mundos perfectos, el segundo escenarios catastróficos. A veces, la línea entre ellos es más borrosa de lo que piensas. Algunos mundos distópicos, como los de Blade Runner o Los juegos del hambre, pueden ser considerados utópicos por algunas personas. Y viceversa, las utopías pueden esconder aspectos perturbadores, como en Un mundo feliz. Pero hoy hablamos de otra cosa.
Protopía, término acuñado por Kevin Kelly, no es ni una utopía ni una distopía. Más bien, es una empresa que trata de trabajar constantemente para mejorarse a sí misma, abordando los desafíos de manera incremental y con una mentalidad de crecimiento. Una sociedad que encuentra obstáculos, cae, a veces parece retroceder, pero avanza. En cierto sentido, nuestro mundo moderno también tiene aspectos de protopía: a pesar de mil escollos estamos asistiendo al progreso de la ciencia, la tecnología y la conciencia de lo importante que es cuidarnos.
Protopía: cultivémosla. Protejámoslo.
No es el Edén, y muchas veces oscila en una sola dirección (la de la distopía). Por eso nuestra sociedad necesita nuestro compromiso: y necesita un entusiasmo desilusionado y calculado. Porque la protopía es un frágil equilibrio, y para mantenerlo hay que “tirar” del lado constructivo. Mantenga el pensamiento crítico y la prudencia, pero no se entregue al ludismo.
Un sentimiento general de rechazo confunde la lucha legítima contra los excesos del poder con un retorno al oscurantismo. Amenaza todos los factores que nos han traído un buen progreso, arriesgándonos reducir la velocidad o detenerlo por completo. Es como una gran cura que afecta tanto a las células enfermas como a las sanas. Tenemos que luchar contra eso.
Protopía nos enseña que el futuro no es una entidad estática, sino algo que se crea día tras día. Trabajando juntos, podemos seguir construyendo un mundo sostenible y en constante evolución. Pero es importante mantener los ojos abiertos y actuar con prudencia: si caemos en la trampa de considerar que el progreso es totalmente bueno o totalmente malo, el resultado seguirá siendo una forma de distopía.