Si te dijeran que existe una criatura capaz de robar órganos de otros organismos e integrarlos a la perfección en su propio cuerpo, inmediatamente pensarías en una película de terror de serie B. Sin embargo, la naturaleza ha hecho realidad esta inquietante fantasía en forma de un pequeño y pacífico caracol marino. Allá Elysia chlorotica No se trata de un caracol cualquiera: este molusco, de apenas cinco centímetros de largo, ha desarrollado una capacidad que desafía cualquier frontera entre el reino animal y el vegetal. ¿Cual?
Cuando es joven, esta pequeña criatura marina se alimenta de un alga marrón llamada Vaucheria costera, pero en lugar de simplemente digerirlo, hace algo extraordinario: roba millones de plástidos (orgánulos celulares que funcionan como pequeños paneles solares) y los almacena en las células de su intestino, transformándose literalmente en un híbrido animal-vegetal.
Un ladrón solar
Increíblemente, este caracol ha perfeccionado el arte del robo biológico. Es, hay que decirlo, el Elysia chlorotica Eligió con cuidado a su víctima: las algas. Vaucheria costera No tiene paredes entre células adyacentes, es básicamente un tubo largo lleno de núcleos y plastidios. Cuando el caracol hace un agujero en la pared celular exterior, puede succionar todo el contenido y recolectar todos los plástidos de algas de una sola vez. Un robo perfecto, planeado por la evolución durante millones de años.
Este es un logro notable porque es muy inusual que un animal se comporte como una planta y sobreviva únicamente mediante la fotosíntesis.
Estas son las palabras de Debashish Bhattacharya, autor principal del estudio (que te enlazo aquí) y profesor del Departamento de Bioquímica y Microbiología de la Universidad de Rutgers-Nuevo Brunswick.
La idea de que un animal puede literalmente “volverse verde” y sobrevivir con luz como una planta desafía nuestra comprensión más básica de la separación de los reinos biológicos.
Elysia Chlorotica, más allá del simple almacenamiento
Quizás te preguntes si el caracol simplemente almacena estos plástidos como reserva de alimento, tal como lo hacen los camellos con sus jorobas de grasa. Pero el estudio publicado en la revista Biología Molecular y Evolución demuestra que no es así. El caracol Mantiene activamente estos plástidos robados protegiéndolos de la digestión y activando sus propios genes para utilizar los productos de la fotosíntesis de las algas.
Lo más sorprendente es que, aunque los plástidos sobreviven, los núcleos de algas succionados junto con ellos no duran mucho. Y aquí radica el verdadero misterio.:Los científicos aún no entienden cómo Elysia Chlorotica mantener los plástidos funcionando durante meses sin los núcleos que normalmente controlan su función.
Hacia una energía verde perpetua
¿Qué hace que el Elysia chlorotica Tan interesante no es sólo su peculiar biología, sino también sus potenciales aplicaciones en el campo de la fotosíntesis artificial. La implicación más amplia es revolucionaria: Si pudiéramos descubrir cómo el caracol mantiene en funcionamiento estos plástidos aislados, teóricamente podríamos explotarlos por la eternidad. como “máquinas verdes” para crear bioproductos o energía.
El estudio, realizado por un equipo de investigadores de la Rutgers Junto con colegas de las universidades de Queensland, Maine y Connecticut, abre escenarios fascinantes. El paradigma actual es que para producir energía verde necesitamos que toda la planta o alga haga funcionar el orgánulo fotosintético. Pero este caracol nos demuestra que no tiene por qué ser así.
Mirando a esta pequeña criatura verde nadando pacíficamente en las frías aguas del Atlántico, no puedo evitar pensar que, a veces, las soluciones más innovadoras a nuestros problemas energéticos podrían estar ya ahí, ocultas a simple vista, en el ingenio de la evolución natural. Es sólo cuestión de saber mirar la luz (por así decirlo) con otros ojos.