¿Recuerdas cuando, en la película Matrix, Neo descubrió que lo vigilaban constantemente? Hoy en día no hace falta tomar la pastilla roja para saber si alguien te está espiando: todo lo que necesitas es un escáner de privacidad del tamaño de un mando a distancia. La tecnología nos ha hecho más vulnerables, pero también nos ha dado las herramientas para defendernos (o combatir nuestra paranoia).
Cuando la paranoia se convierte en prudencia
Las cámaras ocultas ya no son sólo cosa de películas de espías. Con dispositivos cada vez más pequeños y baratos, el riesgo de encontrar uno en tu habitación es más real de lo que crees. Los expertos en ciberseguridad informan de un aumento en casos de vigilancia no autorizada en instalaciones de alojamiento. Ya no es cuestión de ser paranoico: es cuestión de ser cautelosos.
Y no estamos hablando sólo de cámaras: hay micrófonos ocultos, rastreadores GPS y otros dispositivos que harían que incluso James Bond se sintiera como en casa (o incómodo).
Cómo funciona un escáner de privacidad
El corazón de estos dispositivos es la tecnología RF (Radio Frecuencia), que funciona como un detector de metales pero para señales inalámbricas. En lugar de buscar metales, busque ondas de radio emitidas por dispositivos de vigilancia. El rango de frecuencia es de 1 MHz a 6,5 GHz., que en términos simples significa que puede detectar prácticamente cualquier dispositivo de vigilancia moderno: un súper sentido que le permite "ver" señales inalámbricas. El sistema utiliza LED que se encienden cuando detecta algo sospechoso. Algo así como eso de los Cazafantasmas, pero en lugar de detectar fantasmas, encuentra cámaras ocultas.
El tamaño importa, especialmente cuando se viaja. Y estos escáneres están diseñados para no ocupar espacio: son aproximadamente del tamaño de un control remoto.
La batería es recargable, por lo que no tendrás que preocuparte por quedarte sin pilas en el momento más inoportuno. Y la sensibilidad es ajustable: puedes hacerla más o menos “sensible” según el entorno. Es como tener un pequeño sabueso electrónico siempre listo para detectar dispositivos no deseados.
Entre la paranoia y la prudencia
Me hace sonreír pensar que hemos llegado al punto de tener que tomarnos de vacaciones un antiespía. Suena como la trama de un episodio de Black Mirror, pero es la realidad. Pero quizás sea lo mejor: un rápido vistazo a la habitación puede hacernos dormir más tranquilos. ¿Qué pasa si no encuentra nada? Bueno, una comprobación más es mejor que un vídeo online no autorizado.
Escáner de privacidad, el precio de la tranquilidad
Unos cuarenta euros: eso es lo que cuesta la tranquilidad de saber que nadie nos espía. El modelo de la foto de portada del artículo también cuesta un poco menos (búscalo tú mismo, no es un artículo promocional). Casi parece poco, considerando la alternativa. No es necesariamente una compra que utilizará con frecuencia. Pero es como un extintor: mejor tenerlo y no necesitarlo que todo lo contrario. Y seamos realistas: hay algo divertido en sentirse como un agente secreto mientras escaneas la habitación del hotel. Casi me pongo gafas de sol también.
Me gusta pensar que hay algunos aspirantes a voyeurs que están reconsiderando sus planes gracias a estos dispositivos. La tecnología nos ha hecho más vulnerables, pero también nos ha dado las herramientas para defendernos. Como dirían en The Matrix… la elección es tuya: pastilla azul, pastilla roja o “vete a la mierda, hago lo que quiero y si alguien me mira desde una cámara, me da pena”?