Aquí está, señoras y señores, el nuevo Fiat Topolino. Un nombre que evoca recuerdos de tiempos más simples, cuando los automóviles eran sólo un medio para ir del punto A al punto B, y no un símbolo de estatus o un dispositivo tecnológico. Pero no te dejes engañar por el nombre nostálgico, porque este microcoche (llámalo cuadriciclo, llámalo como quieras) es todo menos simple.
¿Un motor eléctrico? Pero ve.
Hace tiempo que Fiat decidió saltar al siglo XX y catapultarse directamente al futuro: el Topolino no es una excepción. Una elección de moda, sin duda, sobre todo para este tipo de coche (desarrollado en un formato casi idéntico por Citroën, Opel y otros).
Esto no garantiza automáticamente el éxito del proyecto, que podría convertirse en un boomerang. De hecho, a pesar de los avances logrados en los últimos años, en muchas zonas todavía falta infraestructura para cargar coches eléctricos y no todo el mundo dispone de un garaje para cargar coches eléctricos en casa. Actualmente, esto puede limitar bastante la practicidad de un vehículo de este tipo.
Un ino ino Mickey Mouse
Problema de alcance y velocidad. ¿Hablamos de eso? Desde el sitio web oficial Llego a la conclusión de que, con una autonomía de 75 km y una velocidad máxima de 45 km/h, el Fiat Topolino parece más adecuado para un paseo por el parque que para un viaje por la autopista. No sé ustedes, pero a mí me parece un poco como comprar un caballo y luego usarlo sólo para ir del baño al dormitorio.
Por último, el precio: un puñetazo en el estómago. Con un precio inicial de 9.890 euros, el Fiat Topolino no es un regalo. Por ese precio, podrías comprar un auto usado de tamaño completo, con un motor de alto rendimiento y sin todas las limitaciones. Pero bueno, al menos tendrás el mejor auto del vecindario, ¿verdad? Y aquí llegamos a mis debilidades personales, que no necesariamente reflejan las del sitio.
Fiat Topolino, el veredicto: sí, pero…
Al final, no puedo evitar amar el nuevo Fiat Topolino. Sí, tiene sus defectos. Sí, no es una elección muy inteligente ni económica. Pero hay algo en su estética retro, su espíritu lúdico, que me hace sonreír. Me recuerda al Fiat 850 de mi abuelo, a los recorridos por la ciudad, a los helados de pistacho.
Y no tengo prejuicios contra los cuatriciclos eléctricos compactos, no tengo antojos de subir de revoluciones mostrando músculo y octanaje (hasta me gusta el microlino ¡lo que me recuerda al Isetta!).
Sin embargo, entenderé si para ti el Topolino es solo una cucaracha. Después de todo, no todo el mundo está dispuesto a pagar un precio tan alto por una explosión del pasado. Y tal vez sea cierto, no hay más sueños que una vez.