El reloj marca las 23:59, el último tren acaba de salir de la estación de Hatsushima en la prefectura de Wakayama. Los trabajadores esperan. A las 00:01 las excavadoras atacan la antigua estación; Comienza una loca carrera contra el tiempo. Cuando el primer viajero soñoliento llegue a la estación a las seis de la mañana, encontrará algo que no existía la noche anterior: La primera estación de tren del mundo impresa íntegramente en 3D.
Todo en una noche. Así es. En Japón, la realidad vuelve a superar la imaginación con un proyecto que redefine los límites de lo posible en la construcción contemporánea. En seis horas, el tiempo que nos lleva (apenas) completar un ciclo de sueño profundo, una nueva estructura toma forma de la nada desafiando todo lo que sabemos sobre los tiempos de construcción.
Hatsushima, una noche para cambiar la historia de la construcción
Hay algo mágico en la hazaña que está a punto de lograrse en Hatsushima. Pensemos por un momento en las obras en construcción que infestan nuestras ciudades: meses (si no años) de inconvenientes, polvo, ruido y distracciones. Aquí hablamos de una operación quirúrgica: un corte limpio con el pasado, rápido y preciso. Los componentes del edificio serán producidos por Serendix Inc., una empresa japonesa especializada en Imprimir 3D de edificios y se ensamblan directamente en el sitio. Se eliminará la antigua estación y se instalará la nueva. Estará plenamente operativo entre el último tren de la noche y el primero de la mañana siguiente.
Este enfoque no sólo acelera drásticamente los tiempos de construcción, sino que también reduce la mano de obra y los costos. Y ahora, seamos claros: ¿con qué frecuencia vemos una obra que respeta los plazos?
Diseño más allá de los límites convencionales
La verdadera fortaleza de la impresión 3D en la construcción no es sólo la velocidad, sino la libertad creativa que ofrece. Los edificios tradicionales de hormigón son prisioneros de sus encofrados (esas estructuras de madera o metal que dan forma al hormigón vertido). Rectángulos, triángulos, formas básicas. Pero con la impresión 3D finalmente podemos liberarnos de estas jaulas geométricas.
La flexibilidad del diseño permite la creación de estructuras más orgánicas, funcionales y estéticamente interesantes. No se trata sólo de un capricho artístico: es una revolución pragmática que podría redefinir el lenguaje arquitectónico de nuestra infraestructura pública.
Hatsushima, una isla como laboratorio al aire libre
La elección de Hatsushima por jr oeste (la compañía ferroviaria) no es una casualidad. La ubicación costera de la isla permite evaluar la durabilidad del edificio cuando se expone al aire salado, uno de los enemigos jurados del hormigón tradicional. Es una prueba de resistencia en condiciones reales, no en un laboratorio.
La empresa tiene como objetivo evaluar los costos de construcción, mantenimiento y gestión, con el objetivo de ampliar esta tecnología en el futuro. Si la prueba tiene éxito, podríamos ver una transformación radical de nuestra infraestructura, con tiempos de implementación que parecerán ciencia ficción para los estándares actuales.
Me pregunto qué sentirán los somnolientos viajeros de Hatsushima cuando pongan un pie en la nueva estación. ¿Sabrán que están presenciando una pequeña gran revolución? O tal vez sea precisamente éste el signo del progreso más auténtico: cuando lo excepcional se vuelve invisiblemente cotidiano.