Una empresa española especializada en productos pesqueros, Nueva Pescanova, quiere inaugurar la primera gran piscifactoría intensiva de pulpo en Canarias. No, no es una broma. Esta noticia llega justo cuando el debate sobre la inteligencia y la sensibilidad de los pulpos es cada vez más popular.
Los pulpos, por otro lado, son un plato popular en Europa, el este de Asia y el norte de África. Sin embargo, la reciente atención prestada a su inteligencia y habilidades emocionales plantea la preocupación de que una granja de pulpos diseñada como la de Nueva Pescanova pueda ser éticamente inaceptable.
Sufrimiento oculto: la ética de la cría de pulpos
La ciencia nos muestra cada vez más evidencia de que los pulpos son criaturas muy complejas, capaces de sentir una amplia gama de emociones y formar sociedades sofisticadas. Poseen las habilidades neurológicas necesarias para experimentar placer y dolor y están dotados de notables habilidades para resolver problemas y aprender. Siendo tan inteligente, la vida en cautiverio (especialmente en las condiciones de explotación de la agricultura intensiva) podría ser intolerable. ¿Qué dirías si abrieran granjas intensivas de monos, por ejemplo?

Nueva Pescanova dice que quiere criar pulpos de forma responsable y sostenible. Sin embargo, los métodos de cría y matanza propuestos por la empresa no parecen ser los adecuados para garantizar el bienestar de los animales. El uso de tanques comunes y la iluminación constante podría perjudicar la salud de los pulpos, acostumbrados a vivir en ambientes oscuros. Además, su propuesta de sacrificio por inmersión en agua helada es cuestionada por la investigación, que sugiere que este método puede causar dolor intenso y estrés a los animales.
Pulpos, ¿hay márgenes éticos?
Conocer el sufrimiento que podría infligirse a estos animales extraordinarios nos obliga a reflexionar sobre las elecciones que hacemos como consumidores y como sociedad. Si realmente creemos que somos capaces de razonar y empatizar, no deberíamos permitir que la cría de pulpos se convierta en una práctica común. No me sorprendería si este proyecto encontrara una feroz oposición por parte de los grupos de derechos de los animales.
En conclusión, la idea de una granja de pulpos plantea muchas cuestiones éticas y preguntas sobre nuestra responsabilidad hacia los animales. En un mundo donde el conocimiento sobre la vida marina y la sensibilidad de sus criaturas es cada vez mayor, es importante abordar estos problemas y actuar en consecuencia.