Thames Glass, fantástico biovidrio obtenido de las conchas de mejillones
Un biovidrio fabricado a partir de residuos de kilómetro cero también puede marcar la diferencia en la construcción y la arquitectura. Y es hermoso, lo cual no duele.
Un biovidrio fabricado a partir de residuos de kilómetro cero también puede marcar la diferencia en la construcción y la arquitectura. Y es hermoso, lo cual no duele.
Madera (y especialmente celulosa): una maravilla que no deja de sorprender. Después de siglos, todavía descubrimos cosas nuevas: este nuevo método para producir un supercuchillo se puede utilizar para mil cosas más.
El Imperial College de Londres fabrica nuevos "ladrillos vivientes" llenos de bacterias, que exhiben propiedades extraordinarias.
Un estudiante de diseño de productos encuentra una manera de reutilizar los restos de procesamiento de alimentos inventando un material similar a una piedra hecho de escamas de pescado.
Dos diseñadores alemanes desarrollan una envoltura (pero sobre todo una cadena de producción) basada en el desperdicio de cáscaras de frutas y fibras de celulosa. Eficiente, elegante, sostenible. Es un buen augurio.
¿Cáscaras de cacao en grano recicladas para envases para llevar? Remade se centra en el crecimiento sostenible en el sector de la entrega.
Desserto, startup mexicana, deriva la piel y el cuero de las suculentas. Una variedad de cactus a partir de los cuales se obtiene un punto de inflexión para toda la industria textil.
Cyrill Gutsch, director de una organización medioambiental, está seguro de ello: no habrá economía circular hasta que los biomateriales sustituyan al plástico. Y tiene razón.
Un artículo especulativo y provocativo de un equipo de académicos europeos explora la posibilidad de vivir en casas hechas de hongos. Edificio viviente.
Un ladrillo hecho de bacterias puede replicarse en ocho ladrillos. El cemento vivo puede hacer que la construcción sea más sostenible para el medio ambiente.
El equipo creó un nuevo material biológico fusionando fibras de celulosa y proteínas de seda. El resultado es espectacular y biodegradable.
Las ideas de Buckminster Fuller ven la luz después de 70 años gracias a materiales más accesibles. El mundo está listo para vivir bajo cúpulas de biocerámica.