En 1975, Cuando nací, alguien en una redacción dibujaba imágenes de ciudades sumergidas. Cúpulas de cristal, hábitats presurizados, la humanidad escapando de la sobrepoblación refugiándose bajo el mar. La imagen era fascinante, el tipo de futuro que acaba en portadas de lujo. Pero en esa misma revista de los años 70, unas páginas antes, un artículo mucho menos espectacular hablaba de ordenadores personales y una red global para el intercambio de información. Nada de ilustraciones fantásticas, solo predicciones técnicas.
Cincuenta años después, sabemos lo que pasó: las ciudades sumergidas quedaron en el olvido, internet está en todas partes. Sin embargo, ese equipo editorial tenía casi todo resuelto.
Ordenadores en casa: en los años 70 parecía absurdo, pero...
La década de 70 fue una época en la que las computadoras ocupaban salas enteras. Se necesitaban equipos de técnicos para operarlas, costaban tanto como los edificios y consumían tanta energía como las ciudades pequeñas. Sin embargo, precisamente en aquellos años alguien escribió que dentro de unas décadas cada familia tendría un ordenador en casa. La idea sonaba absurda. Las computadoras personales llegaron: La primera Apple en 1976, la IBM PC en 1981Hoy tenemos uno en el bolsillo, lo llamamos smartphone y ya no pensamos en ello.
La predicción funcionó porque no solo se centró en la tecnología actual, sino en la dirección que tomaría. Los transistores eran cada vez más pequeños y los costos estaban bajando. Bastaron unos pocos cálculos y una simple frase: tarde o temprano, esas máquinas serían asequibles. La verdadera sorpresa fue la velocidad. Nadie imaginó que el proceso sería tan rápido.
La red que conectó al mundo
En esos mismos años, a medida que las computadoras se volvían más personales, algunos imaginaron conectarlas todas. Una red global para intercambiar datos, información e ideas. Mecánica Popular Publicó artículos sobre esta posibilidad ya a principios de la década de 70. El concepto era simple: si los teléfonos podían conectar a la gente, ¿por qué las computadoras no podían hacer lo mismo?
Internet se lanzó oficialmente en 1983, pero sus raíces se encuentran en ARPANET, un proyecto militar de la década de 60. Lo que los pronosticadores de la década de 70 captaron fue su impacto social: no solo imaginaron la tecnología, sino que previeron lo que significaría para las personas. Comunicación instantánea, acceso a la información, teletrabajo. Todo previsto. Todo verificado.
Vehículos autónomos: una idea que viene de lejos
Los coches autónomos ya aparecían en las páginas de las revistas científicas en la década de 70. Hace cincuenta años, aún no se llamaban "autónomos", pero el concepto era el mismo: vehículos capaces de navegar por el tráfico sin intervención humana. Sensores, radares, ordenadores de a bordo que toman decisiones en tiempo real. Todo escrito décadas antes de que Google y Tesla pusieran sus primeros coches en la carretera.
Aquí también la predicción funcionó porque se centró en principios, no en detalles. Los científicos de la década de 70 no sabían cómo se haría técnicamente, pero comprendían que se hubiera hechoLos sensores mejorarían, las computadoras se volverían más rápidas, los algoritmos más sofisticados. La física lo permitió todo. El resto era solo cuestión de tiempo.
Medicina genética: reescribiendo el código
En 1975, el año de la Conferencia de Asilomar sobre ADN recombinanteLos científicos ya discutían la edición genética para curar enfermedades. La tecnología era primitiva, los riesgos enormes, las aplicaciones teóricas. Pero la idea era clara: si podemos leer el código genético, tarde o temprano también podremos corregirlo.
Cincuenta años después, la terapia génica es una realidad. CRISPR nos permite modificar el ADN con una precisión impensable en la década de 70 (además de producir cosas más banales, como los plátanos que no se vuelven negros). Las enfermedades genéticas que antes se consideraban incurables están encontrando tratamiento y veremos cosas emocionantes en los próximos años.
La predicción fue acertada, pero incluso aquí nadie imaginó lo rápido (bueno, no tan rápido) que sería el salto de la teoría a la práctica.
Clima: Los modelos de los años 70 tenían razón
Sin embargo, la predicción más impactante de la década de 70 se refería al clima. Los primeros modelos informáticos predijeron que el aumento del CO₂ atmosférico provocaría el calentamiento global. El Informe Charney de 1979 Calculó un aumento de unos 3 °C por duplicar el CO₂. Increíble, considerando que no había sensores conectados y que todos los datos se recopilaron manualmente.
Un estudio publicado en Science Analizaron 17 modelos climáticos desarrollados entre 1970 y 2007: 14 de ellos fueron sorprendentemente precisos al predecir el aumento de las temperaturas globales. Los investigadores utilizaron computadoras menos potentes que un teléfono inteligente moderno, pero sus cálculos siguen siendo válidos hoy en día.
Hoy sabemos que los analistas de la época tenían razón. Los modelos internos de ExxonMobil, desarrollados entre 1977 y 2003, también predijeron con “asombrosa habilidad y precisión” Aumento de las temperaturas. El problema no era la ciencia: eran quienes decidieron ignorarla.
Ciudades sumergidas: un fracaso total
Y luego estaban las ciudades submarinas. Cúpulas de cristal, hábitats presurizados y colonias submarinas para resolver la crisis de vivienda. Popular Science y Popular Mechanics hablaban de ello con certeza.Para finales de siglo, viviríamos bajo el mar. Fue la predicción más espectacular, la que terminó en las portadas. Recuerdo esas hermosas reconstrucciones en la enciclopedia de los Pequeños.
Pero no se hizo realidad.
No por razones técnicas: la tecnología para construir hábitats submarinos existe desde hace décadas. El problema es que nadie quiere vivir allí. Son demasiado caros, incómodos y aislados. La superpoblación se ha solucionado de otra manera: ciudades más densas, rascacielos más altos, una urbanización más eficiente. El mar sigue siendo un lugar para visitar, no para habitar.
Años 70, ojo largo
Cincuenta años de predicciones científicas: cuatro de cada cinco acertadas. Computadoras personales, internet, coches autónomos, medicina genética, calentamiento global. Todas acertadas. Solo las ciudades sumergidas quedaron en el papel. Y quizás sea lo mejor.
El balance final de los años 70 dice una cosa sencilla: a menudo, casi siempre, la ciencia puede predecir. No en los detalles, ni en el momento exacto, sino en las instrucciones, sí. Cuando los principios físicos lo permiten, tarde o temprano alguien lo hará realidad. Las predicciones funcionan cuando se basan en la física, no en las tendencias actuales.
Y por eso la única predicción fallida es también la más significativa: las ciudades sumergidas carecían de cimientos sólidos. Eran espectaculares, fascinantes, perfectas para portadas de revista. Pero no resolvieron problemas reales.
Porque el futuro, hoy como en los años 70, es noticia cuando despierta sueños, pero se construye sobre necesidades.