Cuando la Tierra comenzó a temblar frente a la costa de Kamchatka a las 8.24:8.8 a. m. (hora local), con una magnitud de XNUMX, todos contuvieron la respiración. Las computadoras comenzaron a calcular olas gigantescas, los centros de alerta emitieron alertas en todo el Pacífico y millones de personas se apresuraron a refugiarse en las montañas.
Entonces ocurrió algo inesperado: las olas llegaron, sí, pero de forma modesta. 1,3 metros de altura en Japón, poco más de un metro en Hawái. ¿Adónde se habían ido los muros de agua de 4 a 5 metros que todos temían? La respuesta reside en un detalle geológico que marcó la diferencia y que pasó desapercibido para los "pregoneros" de la divulgación científica.
El frenesí mediático del “mega-tsunami”
Durante horas, periódicos de todo el mundo Se persiguieron el uno al otro con títulos cada vez más dramáticos. “Se avecina un tsunami devastador”, “Olas monstruosas cruzan el Pacífico”, Alerta máxima por megatsunamiLas redes sociales amplificaron el pánico, alimentando expectativas apocalípticas que la realidad luego desmintió. Pero nadie se detuvo a explicar por qué.
El problema es que muchos de estos “periódicos científicos” Ahora han confundido el periodismo con el entretenimiento. Prefieren subirse a la ola de alarmismo (es apropiado decirlo) en lugar de esperar los datos reales y cuestionar a quienes estudian estos fenómenos profesionalmente. El resultado: un día de titulares sensacionalistas seguido de un silencio incómodo cuando las olas resultaron ser mucho menores de lo esperado.
Preferimos esperar. Y escuchar a quienes realmente saben de geología.
Por qué la profundidad lo cambió todo
La clave del misterio reside en un número: 20,7 kilometrosEsta es la profundidad a la que ocurrió el terremoto de Kamchatka. Una profundidad que marcó la diferencia entre un desastre anunciado y unas olas en definitiva manejables.. Paolo Messina, sismólogo deUniversidad de Padua, explica bien el mecanismo:
Cuando un terremoto ocurre a profundidades relativamente grandes como esta, el desplazamiento vertical del fondo oceánico es menos abrupto e instantáneo. Es como la diferencia entre un puñetazo y un empujón: ambos tienen fuerza, pero el impacto en el agua es completamente distinto.
Los terremotos tsunami más devastadores, como el terremoto de Sumatra de 2004 (magnitud 9.1) o el Japón 2011 (magnitud 9.0), ocurrió a profundidades mucho menores, entre 10 y 15 kilómetros. La diferencia de sólo 5 a 10 kilómetros puede determinar si las olas tendrán 1 metro o 15 metros de altura..
En términos técnicos, lo que importa para generar un gran tsunami es la desplazamiento vertical instantáneo del fondo marino. «Imaginen que de repente se levanta el fondo de una piscina», continúa. MessinaSi lo haces cerca de la superficie, el agua salpica con fuerza. Si lo haces en profundidad, el efecto se disipa antes de llegar a la superficie.
Kamchatka: Las cifras que disipan el alarmismo
Cuando empezaron a llegar los datos reales, la realidad resultó ser muy diferente de las predicciones catastróficas. En Japón, las olas más altas alcanzaron... metros 1,3 En la prefectura de Miyagi. En Hawái, la ola máxima registrada fue... metros 1,21 En la ciudad de Haleiwa. En California, las anomalías marinas se limitaron a unas pocas decenas de centímetros.
Sólo en las inmediaciones del epicentro, en la costa rusa de Kamchatka y las islas Kuriles, las olas alcanzaron los 3-5 metros esperados. Pero ya a unos cientos de kilómetros de distancia, la energía del tsunami se había dispersado considerablemente..
Chip McCreery, director del Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico, dijo que lo peor había pasado apenas 11 horas después del evento, un tiempo récord para un terremoto de esta magnitud.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) American explicó que La energía del tsunami se disipó mucho más rápidamente de lo esperado al cruzar el Océano Pacífico.Un fenómeno ligado no sólo a la profundidad del sismo, sino también a la particular conformación del fondo oceánico en esa zona.
El precedente de 1952 y la lección ignorada
La historia debería habernos enseñado algo. Noviembre 4 1952La misma zona de Kamchatka fue golpeada por un terremoto aún más potente, de magnitud 9.0. Ese sismo generó olas devastadoras que alcanzaron los 9 metros en Hawái, causando enormes daños. Pero hubo una diferencia crucial: la profundidad fue de solo 10 kilómetros.
Alejandro Martelli, investigador deInstituto Nacional de Geofísica y Vulcanologíarecuerda eso Los modelos de pronóstico de tsunamis se basan principalmente en la magnitud, pero deberían dar mucha más importancia a la profundidad hipocentral.Según Martelli, los sistemas de alerta actuales tienden a sobreestimar el riesgo cuando la profundidad supera los 20 kilómetros.
El terremoto de Kamchatka de 2025 confirmó esta regla que a menudo se pasa por alto: No es sólo cuán fuerte tiembla la Tierra, sino dónde tiemblaLa profundidad de 20,7 kilómetros actuó como un amortiguador natural, reduciendo drásticamente la efectividad del terremoto en generar olas gigantes.
Terremoto de Kamchatka: Cuando la ciencia vence al sensacionalismo
Este episodio debería hacernos reflexionar sobre el modo como se comunican los acontecimientos naturales. El alarmismo por sí mismo no sirve para nada, excepto para generar clics y visitas.La verdadera información científica requiere paciencia, experiencia y la voluntad de explicar los fenómenos incluso cuando son menos espectaculares de lo esperado.
Como recuerda el propio Messina: «La geología es una ciencia de detalles. Cada kilómetro de profundidad, cada grado de inclinación de la falla, cada segundo de duración de la ruptura pueden cambiar por completo el resultado final». Detalles que los titulares alarmistas no tienen tiempo de considerar.
El terremoto de Kamchatka nos enseñó una valiosa lección: La naturaleza es impredecible, pero no aleatoria.Tiene sus propias reglas precisas, con las que la ciencia está cada vez más familiarizada. Quizás sea hora de que la información también empiece a respetarlas.