Ningún misterio ha resistido a la ciencia con más tenacidad que la conciencia humana. ¿Cómo puede un conjunto de células, por complejo que sea, generar la experiencia subjetiva de ser alguien? El llamado “problema difícil” ha desconcertado a las mejores mentes durante siglos. Pero quizá estábamos haciendo la pregunta equivocada.
¿Qué pasaría si la conciencia no fuera producida por la materia, sino que tanto la materia como la conciencia surgieran de algo más fundamental? La física de la información cuántica propone exactamente esto: bits cuánticos abstractos carentes de significado intrínseco. (Índice de calidad del aire) formaría la base de la realidad física y de nuestra experiencia consciente. Un cambio de paradigma que podría finalmente explicar cómo el universo objetivo y la experiencia subjetiva son dos caras de la misma moneda.
Más allá del dualismo mente-materia
El problema de la conciencia humana ha atormentado a filósofos y científicos durante siglos. ¿Cómo pueden las sensaciones, emociones y pensamientos surgir de procesos físicos en el cerebro? La división cartesiana entre mente y materia ha creado un abismo aparentemente insuperable.
Por un lado tenemos la posición materialista que ve la conciencia humana como un simple producto de la actividad neuronal. Por otra parte, existen diversas formas de dualismo. quienes consideran la mente como algo fundamentalmente diferente de la materia física. Ambas visiones parecen incompletas.
Y aquí es donde el teoría de la información cuántica. A esto, el físico alemán Thomas Gornitz Propuso una alternativa fascinante: la protiposis. Este concepto sugiere que la información cuántica es la base fundamental tanto de la materia como de la conciencia. No se trata de información en el sentido habitual del término, sino de estructuras cuánticas primitivas llamadas AQI (bits de información cuántica absoluta y abstracta).

La estructura fundamental de la realidad
La teoría de la protiposis trastoca la visión tradicional de la física. En lugar de ver las partículas más pequeñas como las entidades más simples, Görnitz sostiene que las estructuras más simples son Incluso los más extensos espacialmente.
Estos ICA representan las unidades más básicas posibles desde un punto de vista matemático y físico. Están “abiertos al significado”, pero inicialmente carecen de un significado específico. Sólo cuando interactúan con seres vivos adquieren significado.
La teoría se basa en una idea sensacional: La materia no es la sustancia primaria del universo. La famosa ecuación de Einstein, E=mc², demuestra que la energía y la materia son intercambiables. Pero ¿qué son ambos en definitiva? La respuesta de Görnitz es sorprendente: son manifestaciones de información cuántica.
Las partículas elementales, los átomos, las moléculas y, finalmente, los organismos vivos serían estructuras formadas a partir de estos AQI primordiales. Y nuestra conciencia también sería una estructura de información cuántica, capaz de reflexionar sobre sí misma.
La conciencia humana como estructura informativa
Según esta visión, la conciencia no es simplemente producida por el cerebro: es una estructura de información cuántica que interactúa con el cerebro para formar lo que Görnitz llama “uniware” (una fusión de los conceptos de hardware y software).
Esta teoría ofrece una solución elegante a la difícil problema de la conciencia. Si la materia y la conciencia son ambas manifestaciones de información cuántica, ya no hay necesidad de explicar cómo una puede generar la otra. Son simplemente “niños”, o más bien aspectos diferentes, de la misma realidad fundamental.
Es interesante observar cómo esta visión es en algunos aspectos similar a teoría de la información integrada di Julio Tononi, que ve la conciencia como una propiedad de los sistemas que integran la información de forma compleja. Pero la protiposis va más allá, Proporcionar una base física para comprender la naturaleza misma de la información.

Fotones entrelazados y actividad cerebral
¿Cómo funciona todo esto en el cerebro humano? Según Görnitz, las reacciones químicas dentro de las células nerviosas están asociadas con la emisión y absorción de fotones.
Estos fotones no son independientes sino que están entrelazados, es decir, están correlacionados cuánticamente. Por tanto, sus propiedades también están relacionadas, formando estructuras informativas complejas que percibimos como pensamientos e imágenes mentales.
Estas estructuras informativas existen más tiempo que los fotones individuales, que se emiten y absorben continuamente. Esto explicaría por qué nuestra experiencia consciente es continua a pesar de la constante rotación de los procesos físicos subyacentes.
El físico e inventor Federico Faggin ha propuesto ideas similares, sugiriendo que la conciencia es un fenómeno cuántico que existe en una realidad más grande que la accesible a los instrumentos de medición.
La conciencia humana, un paradigma científico en constante expansión
La teoría de la protiposis, publicado en BioSystems, es un cambio de ritmo que podría resultar fundamental. No es una teoría dualista, pero tampoco materialista en el sentido tradicional. Podríamos llamarlo un “monismo informacional”: todo lo que existe es información cuántica, que se manifiesta en diferentes formas.
Este enfoque podría ayudarnos a comprender no sólo la conciencia humana, sino también el surgimiento de la vida y la evolución del universo mismo. La protiposis proporciona de hecho un marco unificado que conecta los cosmología en el surgimiento de la conciencia.
Por supuesto, esta teoría aún está en desarrollo y evaluación. Como cualquier propuesta “innovadora”, requiere una verificación rigurosa. Algunos críticos argumentan que la teoría es demasiado abstracta o que introduce conceptos que no pueden probarse experimentalmente.
Pero su capacidad para integrar los resultados de la física cuántica con el problema de la conciencia en un marco coherente la hace particularmente interesante. Tal vez el misterio más profundo de nuestra existencia (la naturaleza de la conciencia humana) podría encontrar una explicación científica no reduciendo la mente a materia, sino reconociendo que ambas surgen de una base informativa cuántica.
La teoría de Görnitz nos invita a repensar profundamente lo que significa ser consciente en un universo hecho de campos cuánticos y la información. Puede que no seamos simples máquinas biológicas, pero tampoco somos almas inmateriales atrapadas en cuerpos físicos. Somos manifestaciones complejas de información cuántica, capaces de reflexionar sobre nosotros mismos y crear significado en un universo de posibilidades.