¿Cuántas veces hemos oído hablar de Pakistán y de la India como si fueran dos perros rabiosos dispuestos a morderse mutuamente? Sin embargo, cada vez que las tensiones subían al cielo, algo o alguien intervenía para evitar lo peor. Pero hoy la situación es diferente. Dos semanas después de un mortal ataque terrorista en la disputada región de Cachemira, India decidió responder lanzando misiles hacia Pakistán en lo que se ha llamado Operación Sindoor.
Una escalada militar que haría temblar a cualquiera que tuviera un mínimo conocimiento de la historia de estos dos países, ambos equipados con armas nucleares y con un orgullo herido que podría empujarlos más allá de cualquier límite de racionalidad.

La danza mortal de los vecinos nucleares
Pakistán y la India son como dos boxeadores al borde del precipicio, que no paran de intercambiar golpes sin mirar el abismo bajo sus pies. No es la primera vez que presenciamos este peligroso ballet, pero esta vez hay algo diferente. El ataque terrorista en Cachemira se ha cobrado decenas de vidas y ha golpeado el corazón del orgullo nacional indio.
La respuesta de los misiles de Narendra Modi No tardaron en llegar: los cohetes volaron sobre la frontera para alcanzar objetivos en territorio paquistaní. No se trata de escaramuzas fronterizas ni de escaramuzas diplomáticas, sino de un ataque directo que cambia por completo las reglas del juego. Y esto es precisamente lo que preocupa a los observadores internacionales, que temen cómo podría reaccionar Pakistán ante lo que considera una invasión de su soberanía.
Si miramos la historia reciente, todas las crisis entre ambos países se han resuelto antes de llegar al punto de no retorno. Pero cualquier estudioso de las relaciones internacionales diría que esta vez el riesgo es decididamente mayor. La disuasión nuclear funciona mientras ambas partes tengan algo que perder; Pero cuando el orgullo nacional está tan profundamente herido, la racionalidad puede fácilmente dar paso a la emoción. ¿Qué podría realmente pasar ahora? Ilustraré brevemente los tres escenarios posibles.
Escenario 1 entre India y Pakistán: Desescalada diplomática
El primer escenario posible (y el más deseable) es el de una desescalada gradual. En este caso, tras el lanzamiento de los misiles indios, Pakistán respondería con una condena oficial y un llamamiento a la comunidad internacional, evitando una contraofensiva militar directa.
Las potencias mundiales (en particular Estados Unidos, China y Rusia) intervendrían inmediatamente, presionando a ambas partes para que firmaran un cese del fuego. Las Naciones Unidas convocarían una sesión de emergencia del Consejo de Seguridad, que podría conducir al envío de observadores internacionales a la región de Cachemira.
Este escenario se basa en el supuesto de que la racionalidad prevalecerá sobre la emoción. El problema es que la racionalidad nunca ha sido el punto fuerte de las relaciones entre India y Pakistán. Además, el gobierno de Islamabad está en una posición difícil: parecer débil ante la agresión india podría alimentar las protestas internas y fortalecer a los grupos extremistas. Sería como admitir que uno es incapaz de defender la propia soberanía.
Un ejemplo reciente de mediación internacional se vio En 2019, cuando tras un ataque aéreo indio en BalakotPakistán capturó a un piloto indio pero lo liberó rápidamente como un "gesto de paz". La intervención diplomática de Estados Unidos y los Emiratos Árabes Unidos ayudó a evitar una escalada importante. Pero el contexto actual es mucho más explosivo.
Posibilidad de escenario 1 (desescalada diplomática): 60%
La historia reciente muestra que, a pesar de las tensiones, India y Pakistán siempre han evitado un conflicto abierto. La presión internacional y los intereses económicos de ambos países hacen que este escenario sea el más probable.
Escenario 2: Guerra convencional limitada
El segundo escenario implica una respuesta militar paquistaní, pero limitada a armas convencionales. Islamabad podría lanzar ataques selectivos contra instalaciones militares indias, derribar aviones de guerra o atacar infraestructura estratégica a lo largo de la frontera.
Esto conduciría a una guerra abierta, pero todavía contenida dentro de ciertos límites. Ambas partes podrían continuar intercambiando disparos durante varios días o semanas, antes de que la presión internacional o el agotamiento de los recursos conduzcan a un alto el fuego.
El peligro aquí es que incluso una guerra convencional podría fácilmente escalar. Un error de cálculo, un ataque que cause más víctimas civiles de lo esperado o incluso una simple percepción errónea de las intenciones del adversario podrían desencadenar una espiral incontrolable. Como en un juego de dominó, una vez que cae la primera ficha es difícil detener la reacción en cadena.
Piensa en lo que pasó en 1999 durante la guerra de Kargil, cuando las fuerzas paquistaníes cruzaron la Línea de Control en Cachemira. Lo que se suponía que sería una operación limitada se convirtió en un conflicto que amenazó con salirse de control, con miles de muertos y heridos. Sólo la intervención de Estados Unidos evitó una catástrofe mayor.
Capacidad para Escenario 2 (Guerra convencional limitada): 35%
Pakistán puede sentirse obligado a responder militarmente por razones de orgullo nacional y presión interna, pero busca mantener el conflicto por debajo del umbral nuclear. La superioridad militar convencional de la India hace que este escenario sea arriesgado pero posible.
Escenario 3: Apocalipsis nuclear
Y aquí estamos en el tercer escenario, el que nadie quiere imaginar pero que no podemos ignorar. Si Pakistán percibe el ataque indio como una amenaza existencial a su supervivencia, podría considerar el uso de armas nucleares tácticas.
Pakistán desarrolló misiles de corto alcance con ojivas nucleares (debería tener alrededor de 150) sólo para compensar la superioridad convencional de la India. Su doctrina militar no excluye ser el primero en utilizar armas nucleares en caso de amenaza grave a la seguridad nacional.
Si Pakistán lanzara incluso una sola ojiva nuclear, la respuesta de la India sería devastadora. La India sigue una política de “no ser el primero en utilizar armas nucleares”, pero ha dejado en claro que cualquier ataque nuclear en su territorio provocaría represalias masivas. Esto conduciría a un intercambio de fuego nuclear que podría causar millones de víctimas inmediatas y consecuencias globales catastróficas.
uno Estudio 2019 Estimó que incluso un conflicto nuclear limitado entre India y Pakistán podría causar entre 50 y 125 millones de muertes directas. El polvo de las explosiones provocaría un “invierno nuclear” que podría reducir la producción agrícola mundial entre un 20 y un 40% durante años, provocando hambrunas mundiales. Hablamos de eso aquí.
Capacidad para Escenario 3 (Apocalipsis nuclear): 5%
A pesar de las amenazas, ambas naciones comprenden las catastróficas consecuencias. La probabilidad es baja, pero no despreciable, sobre todo si se produjeran errores de cálculo o escaladas incontroladas en un contexto ya de por sí tenso.
India y Pakistán, entre la disuasión y la catástrofe
Por supuesto, como siempre, nadie sabe exactamente cómo evolucionará esta crisis. La disuasión nuclear ha funcionado hasta ahora porque ambas partes comprenden las consecuencias apocalípticas de un conflicto nuclear. Pero la disuasión no es una garantía absoluta, especialmente cuando se mezcla con un nacionalismo herido y consideraciones de política interna.
Lo que realmente me asusta es cómo nos hemos acostumbrado a la idea de que dos potencias nucleares se amenacen periódicamente entre sí. Como si fuera normal vivir con la espada de Damocles colgando sobre nuestras cabezas. Como si pudiéramos seguir bailando al borde del precipicio para siempre sin caer nunca.
Tarde o temprano la ley de los grandes números podría hacerse sentir. Y si este es el momento en que la frágil disuasión nuclear falla, ninguno de nosotros podrá decir que nos tomó por sorpresa. Hubo advertencias. Simplemente decidimos ignorarlos, pensando que esta vez también todo estará bien.
Esperemos realmente que estemos en lo cierto, porque la alternativa es sencillamente impensable.