Hay un río invisible que fluye del Sol a la Tierra, un torrente silencioso pero poderoso, que nos bombardea constantemente con miles de millones de diminutas partículas cargadas disparadas a velocidades siderales. El viento solar, como lo han llamado románticamente los físicos, es finalmente menos misterioso gracias a un estudio de Skoltech. Estos genios han revelado, de hecho, el secreto de los agujeros coronales: esos extraños “puntos negros” en la superficie solar que lanzan vientos cósmicos al espacio como enormes mangueras de jardín espaciales.
"Piensa en estar en el jardín y regar tus queridas plantas", dice el profesor. Tatiana Podladchikova, autor del estudio. «Si estás justo delante de la tubería, date una ducha bien fuerte. Pero si te apartas hacia un lado, sólo te llegan unas gotas."
Esto explica, con una comparación casi desconcertante, por qué los satélites alineados frontalmente con estos flujos solares registran velocidades más altas que aquellos más alejados.
El origen poético (o casi) del viento solar
El Sol, admitámoslo, no es simplemente una bombilla cósmica gigante: también se funde, y lo hace con cierta fuerza. Cada segundo, miles de millones de electrones, protones y núcleos de helio son lanzados al espacio, viajando a cientos de kilómetros por segundo y bañando la Tierra con un bombardeo constante.
Los “agujeros coronales” (áreas más frías y oscuras de la corona solar) actúan como autopistas preferenciales para este viento cósmico. ¿Como? Gracias a los campos magnéticos que se abren generosamente, dejando escapar todo lo que quieran al espacio interplanetario.
Siempre es sorprendente pensar cómo un fenómeno a millones de kilómetros de distancia puede afectarnos tanto. Cuando una corriente rápida de viento solar se encuentra con una más lenta, se forman vórtices gigantes llamados “regiones de interacción corrotantes”, que giran alrededor del Sol como una espiral celestial. Como nuestra estrella gira sobre su eje cada 27 días aproximadamente, el mismo agujero coronal puede golpearnos repetidamente: una especie de metrónomo cósmico que marca el tiempo del clima espacial.
Tres factores que lo cambian todo
El equipo de investigación finalmente ha resuelto un enigma que ha mantenido despiertos a los físicos durante mucho tiempo: ¿Por qué los satélites posicionados en el punto de Lagrange L5 y aquellos en órbita cercana a la Tierra (L1) ven cosas diferentes? La respuesta está en tres ingredientes fundamentales: la tamaño de agujeros coronales, su exactitud posición en la superficie solar, y (por si fuera poco) la latitud en la que orbitan los satélites.
“Este efecto es particularmente evidente en agujeros coronales más pequeños ubicados en latitudes altas”, añade Podladchikova. «Los agujeros más grandes, en cambio, son más democráticos, repartiendo el viento solar con cierta generosidad por toda la heliosfera».

Esta diferencia de >6° en las propiedades del agujero coronal hace que el viento solar rápido se debilite en L1 con respecto a L5. Panel inferior: combinación del pequeño agujero coronal a -35° de latitud, la latitud de STEREO-B (+5,9°) y la de STEREO-A (-4,8°), creando una diferencia latitudinal de >10°, que invierte la tendencia de velocidad prevista, aumentando la velocidad del viento solar en L1 en relación con L5. Créditos: Simulación de flujos de viento solar de alta velocidad desde agujeros coronales utilizando una configuración de puntos lagrangianos L5-L1. Informes científicos (2025). DOI: 10.1038/s41598-025-97246-2
La manguera del jardín y otras historias de la Tierra
¿Por qué esta metáfora de la manguera de jardín? Respondo con otra pregunta: ¿por qué complicar las cosas innecesariamente cuando se puede explicar todo con una simple manguera de jardín? El viento solar funciona así: si el satélite está justo delante del chorro, éste recibe el impacto con toda su fuerza; Si se coloca de lado, no recibe mucho más que salpicaduras. Una metáfora casi doméstica de un fenómeno cósmico vertiginoso.
Esta cosa, que parece poco más que curiosa, en realidad tiene implicaciones muy serias: De hecho, es esencial seguir estudiando el Sol desde varios puntos de observación, como L5 y L4, para comprender verdaderamente cuán profundamente nuestra estrella madre influye en el sistema solar.
El viento solar: no es solo cosa de astrofísicos
El viento solar no es sólo un pasatiempo para científicos nerds. Es tormentas geomagnéticas De hecho, pueden crear problemas reales. ¿Cual? Interrumpir las comunicaciones de radio, perturbar los satélites, poner en peligro la salud de los astronautas y, en los casos más extremos, provocar apagones masivos. Por lo tanto, es fundamental tener algunas horas o incluso algunos días de anticipación para dar aviso a fin de adoptar contramedidas eficaces.
Por eso todas las miradas están puestas en la próxima misión de la ESA llamada Vigilia. Estará situado justo en el punto de Lagrange L5, que actuará como un centinela del Sol, traduciendo sus erupciones en preciosas advertencias para la Tierra.
El estudio, publicado recientemente, publicado en la revista Informes científicos, representa un gran paso adelante para la predicción del tiempo espacial, pero sobre todo una invitación a seguir explorando nuestro sistema solar con más curiosidad y determinación. Entender cómo funciona el viento solar significa literalmente proteger nuestro frágil y tecnológico modo de vida de los repentinos y caprichosos estallidos de nuestra estrella favorita.