La medicina moderna nos ha acostumbrado a considerar la TC como una herramienta esencial para salvar vidas. Esa máquina cilíndrica que toma fotografías tridimensionales de nuestro cuerpo se ha convertido en la varita mágica del diagnóstico contemporáneo. ¿Pero qué pasaría si le dijera que esa misma prueba podría ser responsable de 103.000 nuevos casos de cáncer al año en Estados Unidos? Esto no es ciencia ficción, sino la conclusión de un estudio realizado por la Universidad de California en San Francisco. Los riesgos de la tomografía computarizada (en particular la exposición a la radiación ionizante) podrían ser mucho mayores de lo que se creía anteriormente.
Una patata caliente que nadie parece querer tocar (me temo que este artículo también quedará deslucido) pero que debería hacernos abrir una reflexión serena, ojalá, sobre nuestro abordaje de esta herramienta de la medicina diagnóstica.
Riesgos de la tomografía computarizada: cifras alarmantes
En los últimos años, el uso de la TC ha crecido exponencialmente. En Italia se fabrican 19.000 al día. Decenas de millones al año. Desde 2007, en EE.UU., el número de exámenes anuales ha aumentado un 30%, alcanzando cifras monstruosas. A auge del diagnóstico lo que, según los investigadores, podría traducirse en aproximadamente 103.000 nuevos casos de cáncer, una estimación tres o cuatro veces mayor que las estimaciones anteriores.

El doctor Rebecca Smith-Bindman, radiólogo de la UCSF y autor principal del estudio publicado en JAMA Internal Medicine, no se anda con rodeos: “Las tomografías computarizadas pueden salvar vidas, pero a menudo se pasan por alto sus posibles daños”. Una afirmación que suena como un puñetazo en el estómago para quienes se ocupan de la salud pública. La propia Smith-Bindman, que también es profesora de epidemiología y bioestadística, subraya la urgencia de reconsiderar las prácticas actuales:
“Dado el gran volumen de uso de la tomografía computarizada en los Estados Unidos, podrían ocurrir muchos cánceres en el futuro si no se cambian las prácticas actuales”.
De hecho, sus estimaciones sitúan los riesgos del TC al mismo nivel que factores de riesgo como el alcohol y la obesidad: un compañero inquietante, diría yo. “Reducir el número de exploraciones y reducir el impacto de cada una salvaría vidas”, añade tajantemente. No puedo evitar preguntarme: ¿cuántas veces el médico de cabecera prescribe una tomografía computarizada "sólo para estar seguro"? ¿Y quién puede decir cuando un examen es superfluo? No tengo las respuestas para esto, pero aquellos que se preocupan por la salud deberían pensar en ello.
Cuando los pequeños pagan el precio más alto
Si piensas que esto es un problema sólo para adultos, prepárate para otra sorpresa desagradable. Niños Representan sólo el 4% de todas las tomografías computarizadas que se realizan, pero los riesgos que conllevan son particularmente agudos. El estudio excluyó las exploraciones realizadas durante el último año de vida del paciente (que no habrían contribuido a futuros casos de cáncer), pero incluyó exploraciones de los pacientes más jóvenes.
¿Y los resultados? Los recién nacidos que se someten a tomografías computarizadas pueden tener más probabilidades de desarrollar tumores diez veces mayor en comparación con otros grupos de edad. Se trata de un dato escalofriante, sobre todo teniendo en cuenta que las tomografías computarizadas de cabeza (las más habituales en niños) son precisamente las que presentan mayores riesgos.
Pocos pacientes y sus familias están informados sobre los riesgos asociados a las tomografías computarizadas. Esperamos que los hallazgos de nuestro estudio ayuden a los médicos a cuantificar y comunicar mejor estos riesgos de cáncer, permitiendo conversaciones más informadas al evaluar los beneficios y riesgos de la tomografía computarizada.
Las palabras del doctor Malini Mahendra, profesor asistente de cuidados intensivos pediátricos en la UCSF y coautor del estudio, suenan como una llamada de atención: ¿cuántos de nosotros fuimos realmente informados de los riesgos antes de entrar en ese tubo?

El futuro en blanco y negro
Entre los adultos, los cánceres más comúnmente relacionados con las tomografías computarizadas son el de pulmón, colon, leucemia, vejiga y mama. En los niños, sin embargo, las más frecuentes serían las de tiroides, pulmón y mama. ¿El grupo con mayor riesgo? Adultos entre 50 y 59 años, con una proyección de 10.400 casos en mujeres y 9.300 en hombres.
El doctor Diana Miglioretti, investigadora de cáncer de mama y jefa de división de bioestadística en UC Davis, señala que el enfoque metodológico utilizado ha permitido realizar estimaciones más precisas que en el pasado:
“El método utilizó datos más precisos e individualizados sobre la dosis y el uso de la TC que estudios anteriores, lo que permitió a los investigadores generar estimaciones más precisas del número de cánceres inducidos por la radiación”.
El analisis Revisaron 93 millones de tomografías computarizadas realizadas a 61,5 millones de pacientes en todo el país: cifras que hacen difícil cuestionar los resultados.
La probabilidad de recibir una exploración aumenta con la edad, alcanzando un máximo entre los adultos de 60 a 69 años. Smith-Bindman también advierte sobre la variabilidad de las dosis: “Actualmente existe una variación inaceptable en las dosis utilizadas para la TC, y algunos pacientes reciben dosis excesivas”.
Realmente me pregunto si, a la luz de estos datos, no es hora de repensar nuestro enfoque sobre diagnósticos para imágenes. Como sucede a menudo en medicina, nos encontramos ante la paradoja de una herramienta que puede al mismo tiempo salvar y condenar. Y usted, la próxima vez que su médico le prescriba una tomografía computarizada, ¿tendrá el coraje de preguntar si realmente es necesaria?