¿Cuánto estarías dispuesto a pagar para conocer al amor de tu vida? ¿Aunque ese amor tenga alas, colmillos o poderes sobrenaturales? El cosplay literario está transformando el panorama cultural, permitiendo a los fanáticos de las novelas fantásticas interactuar físicamente con los personajes que pueblan sus sueños.
Pero ojo, no son simples cosplayers: son profesionales que dedican meses a la preparación, invirtiendo miles de dólares en elaborados disfraces y entrenando bailes coreografiados. Y por otro lado, hay fans dispuestos a desembolsar hasta 400 dólares por una entrada que les garantice unas horas en compañía de su “novio de papel”.
Un círculo virtuoso alimentado por las redes sociales está impulsando la industria editorial, llevando incluso libros publicados hace años de nuevo a los primeros puestos de las listas.
Entre bastidores del fenómeno del cosplay literario
Miren el fenómeno desde aquí, desde nuestro viejo continente: parece casi surrealista. Seis horas de fiesta de disfraces, con los actores sudando bajo armaduras de cuero y alas artificiales de dos metros, bailando y tomándose fotos con cientos de fans sin salir nunca del personaje. No interpretan a personajes de películas o videojuegos, sino a criaturas imaginarias nacidas entre las páginas de los libros.
¿De qué estamos hablando exactamente? Para los no iniciados (y aquí en Europa todavía somos muchos), se llama “romanticismoEs un género híbrido que mezcla romance y fantasía. Antaño eran los libros de la saga "Crepúsculo": ahora son los libros de Sarah J. Maas que, como "Una corte de rosas y espinas" (publicada en Italia como "Una corte di spine e rose"), narran mundos habitados por hadas, reyes inmortales y guerreros con alas de murciélago. Pero no esperes hadas al estilo de Campanilla de Peter Pan: estos personajes son sexualmente explícitos, a menudo violentos y dotados de poderes mágicos. Y se han convertido en objeto de un culto casi religioso.
El fenómeno explotó gracias a LibroTok, una comunidad de TikTok dedicada a los libros, capaz de traer (y traer de vuelta) títulos de todo tipo. Un sector que Ahora vale el equivalente a más de 400 millones de euros y que ya ha creado un efecto inducido impresionante.
La nueva economía de la literatura
Lo más fascinante no es tanto el cosplay literario en sí, sino la economía que gira en torno a él. Me sorprende la seriedad con la que estos intérpretes abordan su trabajo: invierten sumas astronómicas en vestuario (pensemos en 15.000 dólares sólo en zapatos y accesorios), se entrenan durante meses en escuelas de danza, estudian los personajes hasta el punto de poder interpretarlos durante noches enteras.
¿Y quién paga? En su mayoría son mujeres, dispuestas a desembolsar entre 100 y 400 dólares por una entrada, además de miles más en disfraces. Todo esto para pasar una noche en lugares de ensueño como el Ayuntamiento de San Francisco, bailando con su “obsesión” literaria favorita.
Shaun Wada, un creador de contenido e intérprete que se describe a sí mismo como "el interés amoroso de cabello oscuro en tus novelas de fantasía", cree que esta popularidad es uno de los efectos atribuibles a pandemia y nuestra necesidad de escapar. Una interpretación que tiene sentido: después de años encerrados en casa leyendo sobre mundos de fantasía, ¿quién no querría verlos materializarse, al menos por una noche?
Cosplay literario: ¿cuándo llegará a Europa?
Me pregunto cuánto tiempo tardará esta tendencia en cruzar el océano. Quizás unos pocos años, el tiempo que necesitará el género romántico para arraigarse en nuestro mercado editorial (donde ya está creciendo rápidamente). Quién sabe qué personajes de nuestra literatura italiana y europea podrían prestarse a este tipo de interpretación.
Imagina bailes inspirados en los personajes de Elena Ferrante, con actores interpretando a Lila y Lenù; o veladas temáticas con el inspector Montalbano, Salvo Corleone o incluso el Conde de Montecristo. O pensemos en eventos basados en clásicos como “Orlando Furioso” con sus caballeros, magos y criaturas fantásticas, o “Canción de hielo y fuego” de George R.R. Martin (que, aunque estadounidense, tiene una imaginería fuertemente europea).
La diferencia cultural es palpable: en Estados Unidos es puro entretenimiento comercial, mientras que en Europa podríamos esperar un enfoque más artístico y teatral, tal vez vinculado a festivales literarios o eventos culturales.
Un fenómeno en busca de identidad
El cosplay literario todavía es un campo en desarrollo. Como explica Wada, no existen prácticas establecidas, la compensación varía mucho (desde 5.000 dólares para influencers famosos hasta 2.000 dólares o menos para otros artistas) y hay falta de patrocinio corporativo.
Pero el mecanismo es brillante en su simplicidad: los bailes generan contenido en las redes sociales, lo que aumenta la visibilidad de los creadores convertidos en artistas, lo que genera más bailes y más oportunidades de actuar. Un ciclo autosostenible que, por el momento, parece imparable.
Me parece interesante cómo este fenómeno está redefiniendo la relación entre los lectores y los libros. La lectura ya no es una experiencia privada sino compartida, física e inmersiva. Y los personajes no se quedan confinados en las páginas, sino que cobran vida, respiran, bailan.
No sé si en Europa pronto veremos hombres con alas de murciélago bailando con princesas con vestidos victorianos. Pero una cosa es segura: la forma en que leemos y experimentamos los libros está cambiando radicalmente. Y quizás éste sea el verdadero encanto de las novelas: la capacidad de salir de las páginas y transformar la realidad.